La Provincia - Diario de Las Palmas

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De lo más adentro

Había que ver y oír los llantos de un niño al salir del estadio donde la UD Las Palmas había sido eliminado en Copa del Rey! Producía más pena eso que los tacos, maldiciones, conformidades o reacciones clásicas del aficionado casi nunca coincidentes -y eran más de 18.000- después de haber perdido por un mísero gol.

Sorbiendo sus lágrimas caminaba de la mano del padre el inconsolable niño. Lucía la camiseta amarilla que tanto priva en estos tiempos en una juventud e infancia que se dirige cada vez con más apego hasta este equipo, cuya historia he vivido desde que sus jugadores, regionales que jugaban entonces, todos del país. Dejaban atrás faenas de cargablanca, petroleros, marineros, empleados, pintores, albañiles, recaderos, estudiantes de la escuela pública o ¡yo que sé si mataperros jóvenes de la calle con o sin posibles! Fueron recolectados para fundirse en este nuevo equipo, primero y cosa rara, único amarillo que recuerde, cuando siempre hemos tenido y seguimos teniendo a solo cuatro pasos fuera del pueblo, o tras el enrejado de cualquier jardín, la honra y verdor de la platanera y de su fruto, el mejor plátano del mundo, que amarillo es en su madurez.

Así nació, y así sigue, salvo en extrañas y caprichosas ocasiones, este equipo hacia el que se acercan las juventudes a relevar a sus viejos padres que ya conocieron todos los pesares y alegrías de la fusión.

Uno de esos niños que decimos lloró, como seguramente llorarían otros, y daba a entender entre los sollozos que además ligaba esa ambición a que luego le habían dicho que sería Copa del Rey contra el catalán. Y no andaba desencaminado el informante. Que así hubiera sido. Lo dijo la bola del sorteo.

Pero no por ella solo sino más bien por un gol indecente y poco oportuno que nos bajó del burro. Y de nuevo a consecuencia de un traspié que, aun involuntario, pone en la picota por repetido a su autor quien, por otra parte, es ejemplo de voluntad y entrega. Lo que, en definitiva, nos hace recordar que, si como dice el entrenador lo de tener mucho balón, hacer piruetas y manejar adornos así todo junto es bonito, pero si a la vez no es acompañado con goles resulta ser una "m... erendola". Y lo otro, intentarlo todo y pasarse de nervios y velocidad en las acciones también acaba en perjudicial merendola. Total, que hemos perdido la Copa.

Y "no llores más mi niño que hay más días que longanizas". Dentro de poco vendrá el Barcelona y lo que no has visto ante él en Copa del Rey por perder con el Valencia lo verás en la Liga a lo mejor truncando a los catalanes. Y no se me rían por favor al leerlo, porque no sería la primera vez, tanto dentro como fuera, y hasta en una ocasión vencidos con ayuda inicial de penalti cuando se ventiló entre los dos una Copa que era nada menos que la del Generalísimo.

Además place recordar como detalle que incluso estando la UD Las Palmas en Segunda División, y tras haber eliminado a dos elefantes, recibió a un tercero tan fuerte que nos ganó en el Estadio Insular por 0-2. ¡Vaya castañazo! Ante eso el míster, Paco Castellano, que no era inglés sino canario, se pasó media semana haciendo sudar a los chicos ensayando la valiosa puntería, mientras que algunos informadores y no pocos aficionados que conocieron o vieron los ensayos se mondaban riendo la previsión. "¡Será tonto el tío!", era previsible que pensaran. Pero para que recuerden lo que es el fútbol.

En la vuelta de aquella eliminatoria la tropa de Paco Castellano, hecha de cadetes amarillos, no solo ganó también por 0-2 al rival sino que lo acabó eliminando. ¿Saben cómo? ¡Por penaltis!

Así que no se rían por favor. Por lo menos no se rían todavía. De aquí a allá ya veremos lo que pasa. De momento estamos en la Liga muy serios y huyendo de una quema tan amenazante como para redondear rogativas en el sentido de que hoy aquí contra el Celta de Vigo, que también se ha hecho grande, estén acertados haciendo que el buen fútbol salga de los jugadores a borbotones, como le salieron las lágrimas al niño. De lo más adentro del corazón.

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