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Entre bastidores

Chiquilladas amenazantes en el Congreso

Juegos de críos. Fue una chiquillada que los diputados de Podemos se apresuraran a llegar antes al Congreso para ocupar los mejores escaños en el primer pleno, cuando aún no hay sitios asignados, y es una chiquillada que ahora el PP, Ciudadanos y medio PSOE los quieran enviar al gallinero del hemiciclo, a las peores localidades. Pero hay una diferencia. La primera fue una chiquillada inofensiva, casi sin trascendencia, mientras que la segunda tiene una peligrosa carga de profundidad, porque se trata de una decisión para toda la legislatura. Es una humillación con voluntad de permanencia. Y nos envía un mensaje muy claro sobre cuál es el talante de quienes la ha perpetrado. El talante prepotente de quienes sólo creen en las reglas si las pueden utilizar a su favor y que se agarran con uñas a la letra para despreciar y traicionar su espíritu y la razón de ser. De quienes estudian las leyes, ante todo y por encima de todo, para aprender la trampa.

Los de Podemos no son angelitos. Todos sus movimientos responden a intenciones tácticas no siempre ligadas al objetivo aparente. Hablan de nuevas formas de hacer política pero juegan con maestría el juego de rol de la vieja política. Confluyen cuando conviene pero el suyo es un proyecto de partido centralizado con un asamblearismo de asentimiento y aplauso. Sus líderes no son ni empresarios, ni sindicalistas, ni altos funcionarios, sino universitarios especializados en ciencia política, que están haciendo un gran experimento en condiciones de realidad. Pero nada de esto autoriza a los demás partidos, que trajinan sus propias y pesadas mochilas, a tratarlos sin el respeto debido a la cortesía parlamentaria. Y humillar y arrinconar a los representantes de más del 20% de los votantes es una descortesía y un abuso de posición dominante. Pero lo preocupante no es el perjuicio que se cause a Podemos, que ya encontrará la forma de resarcirse, sino lo que debemos temer de la forma de actuar mostrada por el PP, Ciudadanos y uno de los dos representantes del PSOE en la Mesa. ¿Se imaginan la proyección de esa actitud de abusones a todos los aspectos de la gestión política, desde elaborar leyes hasta cobrar impuestos, aplicar reglamentos, realizar inspecciones y distribuir subvenciones? ¿Nos están diciendo que si no les complacemos nos enviarán al gallinero de la discriminación? ¿Podemos esperar que gobiernen con juego limpio cuando practican juego sucio en cuestiones tan elementales y visibles? Francamente inquietante.

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