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Artículos de broma

Vueltas y vueltas

Mariano Rajoy ha hecho su estilo del quietismo y Pedro Sánchez, del dinamismo. Por eso no es descartable que los volvamos a encontrar en el punto de partida, preparados para unas nuevas elecciones, uno después de haber dado una vuelta completa, el otro sin haberse movido del sitio. Aunque una situación inédita exige intentar algo distinto, ninguno de los dos se ven en su posición porque hiciera falta o porque lo hayan intentado y fracasado sino porque cada uno hizo lo que sabe hacer. Rajoy esperaba la putrefacción de los problemas, en este caso acelerada por la movilidad del inquieto Sánchez que, cuando le tocaba esperar pacientemente a que el menos perdedor diera el primer paso, atrajo la atención sobre su capacidad de movimiento para distraer de su desastroso resultado electoral.

Las ofertas de pacto se resumen en el "venid a mí y dejadme hacer", de Rajoy -que huele a recortes por el lado de su gobierno y a corrupción por el lado de su partido- y el "allá voy, dejadme hacer", de Pedro Sánchez a su partido y al rey, que sólo va sobrado de ganas.

Sin reconocerlo, PSOE y PP parecen aprestarse a una segunda vuelta sin haber dedicado un segundo a pensar qué han hecho mal para que, contra los resultados de los últimos 25 años, haya una tercera y una cuarta fuerzas con el apoyo de españoles que se sienten descontentos y desatendidos por ellos. Lo que no permiten los números debería lograrlo la política pero parecen preferir una nueva batida del cubilete electoral. Dicen que las segundas elecciones no cambiarían gran cosa los resultados pero se ignora cómo lo saben ni por qué lo dicen. Las anteriores las empezaron a ciegas y, si fracasan los pactos, sólo parecen haber servido para medir la fuerza de los emergentes. Con eso ya valorado, las segundas elecciones servirían para borrar las líneas rojas pintadas en las pasadas.

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