La Provincia - Diario de Las Palmas

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El periscopio

La mala educación medioambiental

Me da la sensación de que existen personas en estas islas que gozan atentando contra su entorno y la naturaleza, de la misma forma que hay pirómanos que se divierten prendiéndole fuego a los bosques o a lo que sea. Lo digo porque da pena ver con qué facilidad se ensucian nuestras calles, playas, bosques, campos, y jardines. Pero aparte de esa facilidad, que es evidente, tienen a su favor la impunidad, porque, salvo excepciones, nuestros ayuntamientos no se preocupan de sancionar este tipo de acciones, de forma que hagan pensar a quienes las cometen. Conste que no critico la actuación de los servicios de limpieza, al menos los de Las Palmas, que hacen todo lo que pueden para mantener la ciudad limpia.

Como creo que la primera escuela se encuentra en los propios hogares, me temo que ese tipo de conductas negativas surge precisamente porque en algunos de ellos nadie se encarga de inculcar en los hijos, desde pequeños, el respeto que se le debe tener al medio ambiente y, por supuesto, a todas las personas. No se realizan tampoco intensas campañas institucionales para que la gente reflexione sobre estos temas, para que racionalmente se le introduzca en su mente el beneficio que recibiremos todos, si somos respetuosos con lo que nos rodea. Los gobiernos, sean autónomos o el central, deberían involucrarse más en este asunto, con el objetivo de erradicar esos malos hábitos que tan mal nos dejan ante quienes nos visitan. Por otra parte, considero que debería ser obligatoria en las escuelas públicas o privadas, una asignatura, llámese urbanidad, educación medioambiental, o como quieran llamarla, que incluya la materia que estoy comentando.

Da pena ver cómo hay personas que se llevan a su perrito por ahí, por aceras, avenidas, parques y luego no recogen las deposiciones de sus animales. ¡Qué agradecidos les estarán los que pisan esas cacas, los que sienten sus olores, los que tienen que sortearlas para no pisarlas o para no resbalar y caer al suelo! Pero es que muchos son así: no respetan nada. Ni siquiera las normas municipales. Algunos llevan a sus perros sin bozal, como está mandado y sin correa, especialmente aquellos que son de gran tamaño y peligrosos. ¿Ustedes ven que pasa algo? Me temo que no.

En los últimos tiempos, la policía municipal de la capital grancanaria se ha dedicado a imponer multas a los que circulan a gran velocidad por nuestras calles, a los que están sobre las aceras o aparcan en otros lugares prohibidos, lo cual me parece muy bien. Pero también podrían sancionar a los conductores que tiran porquerías por las ventanas, o a aquellos que incumplen otras normas relacionadas con la convivencia, con la limpieza, con los ruidos, etc. O a los que trabajan en centros oficiales, hospitales, etc. y salen un ratito para fumarse un cigarrillo (por eso de la prohibición) y luego, como son tan educados, dejan los parterres, las aceras o lo que sea, llenas de colillas. ¡Muy ejemplar, decorativo e ilustrativo!

La verdad es que, cuando salgo por algún país europeo donde la mayoría de su gente está bien educada en cuestiones medioambientales, donde no se tira nada al suelo y no ves basura por ningún lado, pienso que todavía, en ese aspecto, estamos en un nivel muy bajo y que todavía tenemos mucho que aprender. En todos esos países son los propios vecinos los que denuncian a quienes se comportan de forma incívica y la policía no anda con contemplaciones a la hora de sancionar a los infractores. He visto multar, incluso, a quienes escupen en el suelo, que es algo que se hace habitualmente, sin ningún reparo, en España. Aunque sea un tópico decirlo: Spain is different!

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