La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cien líneas

Amén

Estoy tentado a decir que en el asunto de las ondas gravitacionales -tan en el candelero que no pasará del fin de semana- lo importante es remitirse a la acción a distancia, clave en la teoría de Newton que a fin de cuentas es la teoría de la gravitación clásica y por antonomasia.

Era del todo insatisfactoria. Pero como Newton antes que nada era brujo o alquimista coló. Al sabio británico le importaba un pito la ciencia, se limitaba a leer el libro de Dios y contarlo. Y ahí el ocultismo tenía mucho que decir.

Si una mano misteriosa -llámese fuerza o como sea- atrae a los cuerpos celestes mal asunto por muy bien que estén medidos sus movimientos, las respectivas masas y mil efectos más.

Todo cambió con los campos, las ondas, la relatividad y tal y tal y tal aunque el repudiado éter se parece como un huevo a otro al metafísico campo y...

Estoy tentado a seguir por ahí pero la blasfemia contra la religión actual, la sagrada ciencia, se paga carísima así que voy a sumarme al coro de las ondas gravitacionales como no queda más remedio que cantar en la capilla polifónica del bosón de Higgs aunque solo haya sido visto durante un zeptosegundo o sea, durante la mil trillonésima parte de un segundo. Qué graciosos.

Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad: desde hace dos décadas sabemos que no tenemos ni idea de qué está formado el 96 por ciento del Universo. Otros veinte años a ese ritmo y no sabremos nada de nada de nada de nada, eso sí, gastando sin parar en aparatos súper mega híper carísimos. ¡Anatema! ¡A la hoguera con él!

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