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32 Festival de Música de Canarias

Delikatessen mozartianas

La Petite Bande, bajo la dirección de Sigiswald Kuijken, cerró el 32 Festival Internacional de Música de Canarias en el Teatro Guiniguada, espacio no idóneo para la música de cámara, como se hizo patente a lo largo de los conciertos celebrados con idéntico resultado: el de una acústica que mueve al público a emigrar a la parte alta buscando el mejor recorrido del sonido. Habrá que tener en cuenta la colocación de una concha acústica para las próximas ediciones del Festival, si se insiste en mantener este espacio.

Problemas acústicos al margen, el concierto que nos presentaba la Petite Bande era, a priori, una serie delicatessen para paladear con detenimiento.

En la primera parte la Cassation en Si mayor K 99, serenata nocturna en que la cuerda tiene el gran protagonismo del diálogo constante con sordina, agotando el tempo hasta límites que por momentos me parecieron soporíferos. Mucho mejor desde el segundo minuetto, donde la orquesta ataca con entusiasmo, seguido del final allegro, que retoma la repetición del tema del primer movimiento. No me hizo recordar las brillantes grabaciones de este ensemble.

La pequeña Serenata nocturna en Sol mayor K 525, es otra de las obras con las que Kuijken nos quiso rondar esta noche. Para esto eligió un cuarteto de la orquesta, conjunto de dos violines y viola acompañados por el contrabajo, que no estoy segura de que fuera una buena decisión. Podría decirse que fue la Serenata de Kuijken, por lo personal de su ejecución.

Es el Divertimento en re mayor K 205 el primero de los que escribe Mozart con dos trompas, que dan color perfectamente combinado a la cuerda pese a las limitaciones del instrumento de metal en los armónicos naturales. Mozart hace de ello una virtud por apoyar a la orquesta en las texturas armónicas y rítmicas. Debo resaltar el buen hacer de los dos trompistas, Marco Panella y Gilbert Cami.

De la segunda parte destaco la Cassation en Sol mayor K 63, interpretada con otro ánimo, muy notorio en la ejecución e incluso en el sonido en la sala. Esta obra joven tiene el entusiasmo de la primera, pero no cabe duda que fue mayor el brillo en armónicos, ritmo, afinación, equilibrio y complicidad imprescindibles.

En suma, la primera parte del concierto no tuvo gran interés, debido probablemente al cansancio de los músicos en la velada final de una larga gira.

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