La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El análisis

El retorno del Guanarteme a su tierra natal

Hace 538 años los Reyes Católicos iniciaron la conquista de Gran Canaria. Algunas decenas de años antes, lo había intentado Juan de Bethencourt tributario del Rey de Castilla, desde Lanzarote, pero fue rechazado enérgicamente por los Faycanes de Telde. Ambas acciones obedecían al llamado "derecho de conquista" que imperaba en aquella época entre todos los países europeos, derecho que ha permanecido hasta bien entrado el siglo XX y que, afortunadamente, ha desaparecido gracias al progreso del propio ser humano que habita en el mundo occidental.

Durante cinco años consecutivos, los conquistadores de Gran Canaria trataron de pacificar, sin conseguirlo, a los indomables defensores de su territorio. Era inaudita tanta resistencia. Los castellanos respetaban, resignados, a una gente tan valiente, pero, en un momento determinado llegó la ocasión de que cesaran las hostilidades, que deseaban fervientemente ambos contendientes, pactando a continuación un buen acuerdo entre Pedro de Vera por los castellanos y Tenesor Semidan por los canarios, que fue refrendado por los Reyes Católicos en Granada.

Mediante este acuerdo, se reconocía a Tenesor Semidan, con el nombre cristianizado de Fernando Guanarteme como Rey de Gran Canaria, título que conservaría el resto de su vida, siendo apadrinado por los propios Reyes Católicos. El reino de Gran Canaria no desaparecía, sino que se incorporaba a los reinos de Castilla y Aragón. Se abolía la esclavitud a la que estaban condenados los vencidos. Los grancanarios se convirtieron al cristianismo, a instancias de los castellanos, que en el contexto de la época, significaba como un don espiritual que se le concedía al ser humano, que les aseguraba el camino hacia la salvación eterna. Se incorporaron como mercenarios a los Tercios de Flandes los valientes guerreros que quisieran hacerlo, como así ocurrió con algunos y, finalmente, y esto fue muy importante, se reservó toda la zona de Guayedra, para uso exclusivo de las familias canarias que quisieran vivir allí, ajenos a los nuevos visitantes. Este último bastión, inevitablemente, no tardó mucho tiempo en ser absorbido pacíficamente por la superior cultura de los vecinos conquistadores.

La persona que hizo posible este aceptable y digno acuerdo en una guerra que se daba por perdida, fue Fernando Guanarteme.

Entonces, parece absolutamente razonable, que nosotros, sus herederos, añoremos que lo restos mortales de don Fernando o lo que pudiera quedar de ellos, hoy enterrados en la ermita de San Cristóbal de la Laguna, reposen en el lugar en donde nació y ejerció su autoridad, es decir, en Gáldar de Gran Canaria y, preferentemente, en el poblado aborigen que rodea la Cueva Pintada del lugar, en donde tuvo la oportunidad como rey ejerciente entonces, de prestar su último gran servicio a su patria querida.

Este es una reivindicación que ahora ha solicitado la Asociación Cívico Cultural La Solana-El Plátano al Parlamento de Canarias, que se ha apresurado a cursarla a los diversos grupos políticos para su posterior debate, entre los mismos como una Proposición Parlamentaria no de Ley.

La Asociación La Solana-El Plátano, no ha hecho otra cosa que actualizar un ferviente deseo que ya expresara el Ayuntamiento de Gáldar y que tuvo entonces la aquiescencia del Obispado de Tenerife y de la Jefatura Provincial de Sanidad de Santa Cruz de Tenerife y que por alguna razón coyuntural, no terminó de cristalizar. Hace cuatro años, el Instituto Canario de Estudios Históricos que preside el eximio profesor don Antonio de Bethencourt y Massieu, Premio Canarias a la Investigación Histórica, en escrito dirigido al actual Obispo de Tenerife, ha intentado reactivar esta reivindicación insoslayable para nosotros, hijos de esta tierra.

Ahora, cuando parece que se ha reanudado el buen camino y por parte de las instituciones consultadas (cabildos de Tenerife y Gran Canaria, ayuntamientos de La Laguna y Gáldar, Obispado de Tenerife, Dirección General del Patrimonio del Gobierno de Canarias y especialmente el Parlamento de Canarias) existe la mejor predisposición de todas ellas, espero que se apliquen a este trabajo y no cejen, hasta que "los resto de Guanarteme descansen en la bizarra tierra que le vio nacer", sencillamente por ser de "justicia histórica", en palabras del Dr. Pérez Cáceres, obispo que fue de Tenerife

Pero también es de "justicia histórica", dejar constancia del más profundo agradecimiento de los grancanarios a la Ciudad de La Laguna y al Obispado de la Diócesis de Tenerife, quienes durante más de 500 años han guardado el recuerdo, entre sus riquezas culturales, del nombre de don Fernando y, de forma especial, también a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, que hace casi un siglo, volvió a recordarnos la presencia del Rey de Gran Canaria, en aquella isla.

(*) Hijo Predilecto de Gran Canaria

Compartir el artículo

stats