La Provincia - Diario de Las Palmas

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Opinión

Permanecer

La permanencia del fútbol canario en la Primera División española está siendo defendida por la Unión Deportiva Las Palmas; el equipo más alejado de la metrópoli peninsular desde 1951. Aquel que al principio le pasaba lo que a Mariano ahora en la política; que él para arriba, y los demás, todos juntos, aunque no se traguen entre sí, si interponiéndose en convenida conjura?. ¡No, no¡ Para abajo. Que se quede, ¡que se quede abajo! Y parecía lógico. Los viajes eran pesados y caros, ahora ya no tanto porque son mas cómodos y mejores los aviones que las aves -a no ser que sean Marías-, y encima salen ganando los visitantes invernales que pueden recibir un baño de sol y temperatura, al tiempo que dejan allá el frío y la polución. Se nos ocurre pensar todo eso cuando nos aturde el aquelarre montado en torno al Barcelona, Capitán General del fútbol español que viene. Ya está aquí. Se nota, tiene muchos seguidores, es como cuando venía en otros tiempos el Circo Arriola con el desfile de todos sus atractivos. Creo que ésta es un forma bonita de recibir al lider... A fin de cuentas es el que más se juega. Porque... ¿imaginan ustedes cuánto le reprocharían, no el perder, sino el no ganar por unos cuantos goles, o que pasen los apuros que pasaron en casa propia para ganar? Sería mucho perder y decepcionar.

Sería increíble compararlo con lo que se ve en las transmisiones, se oye en polémicas y chiringuitos y, más aún, después de leer de principio a fín, anuncios incluidos, en alguno de los periódicos que repiten galeradas florales, como de plumas y plumillas compitiendo en el concurso de a ver quién hace la miel más empalagosa desde el corner lejano hasta el también brillante rincón del utillero, en este caso utillerísimo del FC Barcelona.

También la UD Las Palmas se juega mucho. Claro. Se juega el tipo y una parte de la permanencia, que no sería la primera sino la quinta. Esas son las cosas que atacan a los que tienen que tomar mil vitaminas para subir y llega un mal catarro (cosa que aún esta por ver) y "te bota pa'bajo echando, leches".

Háganme caso. Vamos a llenar el campo, porque estos muchachos de las mil naciones y los miles de millones de pasta gansa son unos artistas dignos de ver, y están en racha.

Están mejor, aún, que cuando les discutimos la Copa del Rey sin tanta cresta como ahora, por lo que tuvieron que ser ayudados hasta por un juez de línea, al principio, para ganar.

Háganme caso, esta derrota, si se produce, no les haría ni cosquillas. En contrapartida, y ahí están las cosas del fútbol, una simple bobada aunque fuera de casualidad en favor de la UD pudiera desatar un nuevo Carnaval. Y nada les digo, (que también pudiera ser) que se pite un penalti a favor de la UD y a Jonathan Viera se le ocurra tirarlo mirando al tendido de puntillas y de tacón ¡O se comparta la chicha sin Billy el Niño! ¡Bravo! ¡Bravo!.

Son sólo ilusiones, que también de eso se vive y se ríe. Tal y como va todo parece que este equipo amarillo, que ya pasó por la piedra a todos los equipos de Primera, incluido el Barcelona dentro y fuera (sólo tiene pendiente de ganarle al Madrid en su casa) no está en las mejores condiciones de subirse a la parra, pero? ¡¿y si sí?! ¡Ah! Mañana te lo diré. Y si acaso no es mañana puede ser otra temporada como ya fue, y si no lo recuerdan, recréense oyendo la estrofa sonora que canta la historia del club amarillo refriéndose al tiempo que a todos los equipos grandes y chicos les hizo venir a hincar las rodillas sobre el césped del viejo Insular.

Claro que presentimos dificultades. Y protestas para el entrenador, porque hay quienes al perder culpan hasta a la mosca.

Para no argumentar sobre eso, sólo refiero lo oído en el cierre de discusión sobre la calidad de los entrenadores que estarán el sábado bajo parasol.

Decía aquel hombre: Quique Setién es mejor, que Luis Enrique; sólo tiene que cambiar de banquillo. O (continuaba) como si fuera un barman de barra pidiendo desde el vestuario y a grito pelado, a los financieros del tres por ciento... ¡Ehh, rápido, tráigame una de central, un extremo y repuesto de Busquets por si se marcha! ¡Ah, y que sean los mejores del mercado! Así, hasta Cristóbal el Chato acaba siendo el mejor entrenador.

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