La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cien líneas

Imperios

Ya se sabe, el tradicional balance de poderes donde los británicos son maestros. Me refiero, claro, al amago de espantada protagonizado por Cameron. La historia juega a su favor. En la I Guerra Mundial -las conmemoraciones son una birria intencionada: en Europa nunca hubo guerras, ese es el mensaje oficial- desaparecieron el imperio otomano, el austrohúngaro, el alemán y el ruso. Solo quedó el británico que, es de sospechar, instigó la contienda ante el peligro del ferrocarril de Berlín a Bagdad y otras muchas amenazas a sus intereses. Cameron acaba de lograr lo impensable y sin disparar ni un solo tiro: la britanización de Europa. Lanzó un órdago como un relámpago: o se hace lo que yo digo o me voy. Y ha ganado. El Sacro Imperio Romano Germánico, en tanteo desde mediados del siglo pasado, naufraga. Thatcher decía que la UE es una conspiración católica. La alternativa es el tratado de libre comercio con EE UU, México y Canadá. Para España sería tan bueno como para el Reino Unido. El premier prepara el terreno. Los megaconglomerados monopolísticos de Alemania y Francia tienen pánico a esa apertura. Los Brics, también salvo beneficios colaterales. Inglaterra lo va a pasar mal porque desde el Continente le están moviendo la silla escocesa. Como agitan aquí la banqueta catalana. Pero lleva las de ganar. El futuro ligado al libre mercado es imparable y maravilloso. (Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente De profundis clamavi, de Mozart).

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