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Zigurat

La memoria, la historia, el olvido

El ayuntamiento de Madrid estaba pendiente de firmar un contrato por los servicios de la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX de la misma universidad. Siguiendo las sugerencias de Naciones Unidas que insta a los gobiernos del planeta a reconocer el derecho a la verdad, el deber a recordar, la lucha contra la apología de formas criminales o el imperativo a no olvidar. De esta forma un debate que está en la calle hace lustros lograba un apoyo por parte de la institución científica, que dejaba en manos de los expertos los estudios precisos de los cuales tendrían que salir las decisiones políticas para llevarlas a la práctica.

En estos trabajos se reflejaría una lista de hombres y mujeres, de símbolos, de conjuntos escultóricos, que deberían salir expulsados del callejero de la capital, de las plazas o de los edificios. Como quiera que es un asunto bastante doloroso para muchos que tienen a algún que otro pariente en un rótulo y para aquellos que sufrieron la represión, con el encargo a la cátedra se podría evitar un asunto espinoso entre políticos, dejando trabajar a una institución que por lo visto ninguno de sus miembros tiene prejuicios de ningún tipo y todos los saberes de la ciencia infusa para depurar los nombres para la historia. O al menos es lo que pensaba Carmena y su equipo... hasta que una filtración dejó a la vista a más de 250 nombres de personajes, que tendrían que ser revisadas sus vidas y obras, para saber exactamente si fueron colaboracionistas. Carmena se apoyaba en la independencia de los especialistas en sus respectivos campos y porque el documento final vendría respaldado por la ciencia.

Pero las cosas no empezaron bien y no solo porque ahora mismo y hasta que sus propios integrantes se depuren unos a otros, los partidos, movimientos, frentes o coaliciones que gobiernan o hacen oposición, son una amalgama de siglas e intereses que representan a muchas y disímiles opciones políticas, que tienen sus fobias y sus afectos y que se han manifestado y han presionado cuando la lista en cuestión ha sido publicada. Y mientras sigan con el juego de los nombres y títulos, de rótulos y mercados, la matemática de la política se hace evidente en este patio que sigue sin barrer ni a derechas ni a izquierdas, aunque se adivine de qué lado silban las balas.

Después de las declaraciones de Carmena y la publicación de parte del documento, el consejo ejecutivo de la cátedra, ha roto el vínculo con la alcaldía de Madrid y ha dicho que lo divulgado era sólo un borrador para profundizar en la investigación.

Da lo mismo, porque no olvidemos para no irnos a casos extremos, que algunos de los nombres como el de los poetas Gerardo Diego o Manuel Machado; músicos como Joaquín Turina, pensadores como Eugenio D'Ors o pintores como Dalí, estaban entre los colaboracionistas. Y yendo de lo local a lo universal me pregunto qué haremos con Heidegger, con Ezra Pound, con Musil, con Céline, con Jorge Luis Borges, con el maltratador de Picasso o Junger o tantos otros que equivocados sin duda, dieron a la humanidad algo de lo que sabían, olvidando lo que ya conocían.

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