Mañana día 25 de este mes de febrero de 2016, el Cabildo insular de Gran Canaria, en un evento que comenzará a las 10.00 horas, izará la bandera saharaui en un acto oficial que contará con la presencia del presidente de la Institución, Antonio Morales, y de Mohamed Sidati, ministro para Europa de la RASD. El acto se enmarca, como señalan planfletos distribuidos por la ciudad, dentro de la celebración del 40 Aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). 1976-2016 Sahara Occidental. El Cabildo ha respaldado un programa en el que se informa que Antonio Morales y Carmelo Ramírez (consejero de Solidaridad Internacional) recibirán oficialmente al señor Sidati.

No iría más allá de un simple acto protocolario esta iniciativa del Cabildo, si no pusiera en cuestión, desde el sentido común hasta el savoir faire diplomático más primario, asuntos que competen a la política exterior española. Una vez más, desde una óptica tendenciosa y sectaria, se intenta manipular la opinión de los grancanarios -la Institución es de todos, gobierne quien gobierne- manipular, utilizando el eufemismo, la falta de veracidad y escudando el interés partidista tras la ayuda humanitaria y la preocupación por los saharauis. Como en tantas ocasiones hemos visto durante estos últimos 40 años. Pese a lo que señaló Goebels, hay veces en que las mentiras muy repetidas no se convierten en verdades.

Independientemente de opiniones e ideologías, es del todo inaceptable que el Cabildo abandere una iniciativa que no parte de la ciudadanía sino de intereses muy concretos que representan algunas personas. Conociendo la política exterior española, que el Cabildo no puede variar -jamás como Institución- y sabiendo que la cuestión del Sahara sigue un proceso, un largo proceso, en la ONU, este tipo de acciones no ayudan en absoluto a la mejora de la vida de los saharauis, de los que residen en los campamentos de Tinduf. En la más terrible nada. Por cierto, cada vez son menos, puesto que allí se han establecido gentes de Malí, Mauritania, Níger, Argelia... Es obvio, al analizar el panfleto cabildicio / polisario, que el acto previsto para el día 25 es un brindis al sol partidista. Porque no es lo mismo Frente Polisario (curiosamente, no aparece en los textos, aunque sí en un escrito de la CEAS) que pueblo saharaui. Por lo que respecta a la RASD, varias apreciaciones: en primer lugar no es un Estado ni está reconocido por la Unión Europea. De ahí que Mohamed Sidati no puede ser ministro para Europa. Es simplemente un señor que se pasea por Europa en un acto continuo de propaganda. Nada más.

Vamos con las siglas: República Árabe Saharaui Democrática. Su traducción real, lejos de las medias verdades y los intereses espurios, es la siguiente: no es República en absoluto porque una república es elegida, no autoproclamada. La disidencia, además, está duramente castigada. Árabe, sí, porque en el mundo árabe está, aunque cada vez recibe menos apoyo. No ha sido reconocida ni es miembro de la Liga Árabe. Incluso, el respaldo de Libia ha decaído muy apreciablemente, tanto que el nuevo gobierno libio no la reconoce. Saharaui, lo fue. Ahora, bastante menos, ya que muchos de los líderes fundadores del Frente Polisario están al frente de importantes departamentos en Marruecos. Entre ellos, Omar Hadrami, antiguo ministro del Interior y de defensa; Brahim Hakim, ministro de exteriores durante 15 años; Gajmula Ebbi, presidenta de mujeres saharauis de los campamentos; Ayoub Mohamed, máximo jefe militar de la rama militar del frente; Ahmedu Suilem, exministro. La cita recoge solamente a algunos de entre miles de saharauis que se han integrado en Marruecos y han denunciado las maniobras del Polisario. Recuérdese, además, que las principales instituciones marroquíes en el Sahara Occidental están dirigidas por saharauis. Por último, en cuanto a la autodenominación de la RAS como Democrática, es preciso poner claramente de manifiesto que ni lo es, ni nunca lo ha sido. Es una organización de partido único, de corte totalitario. Para que exista democracia debe haber elecciones libres y separación de poderes. Pluralismo político. No hay justificación para otra forma de gobierno.

Es común en la esfera política que los partidos utilicen las instituciones como si fueran de su propiedad. El Cabildo insular de Gran Canaria, que representa a todos los ciudadanos de la isla, no puede ser empleado para respaldar políticas contrarias a las del Estado. Eso es un grave insulto a la inteligencia de los grancanarios. Las competencias en Asuntos Exteriores no son de la autonomía. Menos aún de un organismo sujeto y por debajo del Ejecutivo autónomo. A este respecto, el Gobierno del señor Clavijo debiera mostrar abiertamente cuál es su postura ante una celebración que puede, en derecho y libertad de expresión, llevarse a cabo desde un partido o partidos, pero nunca, en ningún caso, desde una institución elegida en la urnas por la sociedad civil grancanaria. Una sociedad no sujeta al pensamiento único dirigido sino a multiplicidad de análisis y opiniones. Los señores Antonio Morales y Carmelo Ramírez podrían izar la denominada bandera saharaui -en realidad, bandera del Frente Polisario- en la sede de sus partidos. Es absolutamente inapropiada e ilegal la acción que pretenden, jugando con las emociones y sentimientos de un pueblo hospitalario que siempre ha prestado ayuda humanitaria a los saharauis. Un pueblo hospitalario pero que no tiene por qué compartir una visión política en la que han estado siempre presente la tergiversación y la demagogia. Polisario no es sinónimo de saharaui. En absoluto. Eso es una gran falacia. En la fachada del Cabildo pueden ondear la bandera española, la canaria y la de Gran Canaria, pero nunca la de un grupo que, incluso, ha protagonizado actos terroristas contra españoles y con resultado de muerte de canarios. Eso es un despropósito. Una locura.

Todo el razonamiento expuesto puede concretarse en una pregunta: señores Antonio Morales y Carmelo Ramírez: ¿cómo se atreven a utilizar la institución que dirigen, pretendiendo, con el izado de la bandera del Frente Polisario, manipular a la opinión pública colocando al Cabildo insular de Gran Canaria al servicio de una acción política sectaria e ilegal? ¿Podrían explicárselo a las familias de los pescadores canarios asesinados? ¿Aceptarían ellas que la bandera polisaria cubriera los ataúdes de sus hijos? El izado de la enseña polisaria en el Cabildo insular es, además y de manera muy significativa, una ofensa al sentimiento de una mayoría de saharauis que viven en el territorio apegada a su integración en Marruecos y que rechaza categóricamente el totalitarismo represivo de un grupo sin respaldo ciudadano ni ideología conocida. Compruébese esto, contemplando la aclamación por la población saharaui al rey de Marruecos en la visita que efectuó a El Aaiún y a Dajla a finales del mes pasado.

Los canarios también somos amigos de esa sociedad, cada vez en mejores condiciones de vida, con la que tenemos excelentes relaciones en múltiples ámbitos. Es bueno recordar que la política exterior de España es política de Estado consensuada en sus principales líneas generales por las fuerzas políticas que representan a la inmensa mayoría de los españoles. España apoya una solución política negociada a este contencioso, mutuamente aceptada por las partes y ello en el seno de las Naciones Unidas. No solamente por una cuestión política sino por un obligado acto de humanidad. Ya hay demasiadas guerras, odios, hambre y sufrimiento en el mundo para permitir que este problema se eternice. Al respecto, los máximos responsables del Cabildo deberían preguntarse si, al izar la bandera del Polisario, están apoyando realmente al pueblo saharaui. Sí, son 40 años, pero no sólo han pasado para los dirigentes polisarios que han vivido como una casta por todo lo alto en muchas naciones del planeta. También ha pasado el mismo tiempo para una población desnutrida, con graves problemas sanitarios, ahogada en el silencio y la desesperanza y dependiente de la ayuda humanitaria del exterior. Cualquier hombre de corazón tiene que apostar por que la solución llegue cuanto antes, que debe ser política, negociada y mutuamente aceptada. Poner piedras en el camino no es muy sabio.