Con todas las necesidades que vienen pasando los canarios, no tienen nada mejor que hacer Fernando Clavijo y Marcial Morales que dedicarse a planificar una nueva estrategia para dar luz verde a un absurdo proyecto: agujerear Tindaya. Con eso y con todo, se anuncia a bombo y platillo la salvajada, como si fuera una acción heroica.

Los ecologistas opinamos que el hecho de horadar una montaña -sea esta sagrada o profana- debe considerarse como delito ecológico; además, semejante barbarie -aun antes de empezar a perforar la bendita montaña- ya nos había costado a los canarios un riñón (y casi medio del otro).

Por favor, es menester que se lleve a cabo una investigación judicial, en paralelo al desarrollo y ejecución de la perforación de la montaña, con el objeto de verificar que no se trate de otro pelotazo más.

Aún estamos a tiempo de evitarlo. Tindaya nos costará 80 millones de euros, más los 30 millones de euros -sin ni siquiera haber taladrado roca alguna- que ya nos había costado. Tindaya no tiene problemas ginecológicos. No necesita vaciado. Déjenla en paz: a ella no le apetece en absoluto que los que cortan el bacalao se estén preparando para disfrutar penetrándola.

El despilfarro institucional suma y sigue desde que, en 1995, el gobierno del chicharrero Manuel Hermoso autorizara agujerear Tindaya. Da que pensar...