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El análisis

Todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro

No hay un título más apropiado que la famosa frase de Descartes para simbolizar que el mundo ha cambiado y que el conocimiento como conjunto de información ya no se encuentra monopolizado por unos pocos. El desarrollo de las redes de telecomunicaciones, y en concreto el surgimiento de Internet, ha favorecido la creación de vínculos virtuales que posibilitan la transmisión del saber. En general, la población ha sentido la necesidad de hacerse escuchar y de intervenir directamente en los procesos que puedan suponer mejoras en la vida de las personas.

Las nuevas generaciones lo llevan escrito en su ADN. Compartir la experiencia y aprender de otros enriquece a los individuos, y estos a su vez enriquecen a la so-ciedad. Siempre se ha dicho que dos cabezas piensan más que una, pero si en vez de dos cabezas tuviésemos cientos, miles o incluso millones, ¿a dónde llegaríamos entonces?

La inteligencia colectiva juega un papel fundamental y tomará un mayor peso en el futuro. La humanidad está despertando de su pasividad inducida para formar parte de todo aquello por lo que se siente atraída. Esta mayor implicación no se refleja exclusivamente en las cuestiones políticas, sino también en la cotidianidad, en la forma de resolver los problemas que surgen en el día a día.

Definir el concepto de inteligencia colectiva en la red nos lleva a hablar del surgimiento de la Web 2.0: los sitios de Internet que facilitan la interoperabilidad, el compartir información y la colaboración entre sus usuarios. Un claro ejemplo de este tipo de páginas que actúan a modo de plataformas virtuales facilitadoras del trabajo en equipo son los blogs, las redes sociales o los foros de internet. Todo el mundo las conoce o ha oído hablar de ellas, pero pocos se han dado cuenta de su potencial para cambiar las cosas.

Llegados a este punto, hay que saber diferenciar entre inteligencia colectiva e inteligencia grupal, ya que a priori podría parecer que son lo mismo. La inteligencia grupal tiene el límite en el número de miembros que realiza aportaciones, y cuando esos miembros empiezan a acomodarse en la forma de pensar del grupo, la inteligencia grupal comienza a perder gran parte de su valor. Por otro lado, la inteligencia colectiva no tiene límite en el número de miembros que realiza aportaciones y siempre está en constante movimiento facilitando que las ideas no se estanquen en un mismo punto.

La inteligencia colectiva no se cierra a un grupo determinado de especialistas, es aquella que tiene sus puertas abiertas a todo aquel que desee realizar alguna aportación. Además, se ha demostrado que los colectivos más inteligentes no tienen que ser aquellos formados por los individuos más capaces. En la inteligencia colectiva entran en juegos otros factores como la sensibilidad social, que ejerce una influencia mayor a la hora de alcanzar logros comunes.

Desde el exterior podría parecer que el trabajo cooperativo de tantos individuos es poco eficiente y que llegar a un consenso se antojaría complicado. La realidad es bien distinta. Pensemos en una colmena de abejas o en un hormiguero lleno de miles de hormigas que aparentemente se mueven de un lado para otro sin sentido. Si lo viésemos desde dentro como integrantes del mismo, nos daríamos cuenta de que en ese aparente caos existe una organización muy clara que trabaja para el beneficio de todos.

Lo mismo sucede con las conexiones que se establecen a través de Internet. Las comunidades online contienen una gran cantidad de información y los miembros que forman parte de ellas saben perfectamente a dónde deben de dirigirse para obtener la respuesta a una pregunta o simplemente para aportar un punto de vista diferente al de otros.

La sabiduría colectiva ya ha mostrado casos de éxito alrededor de todo el mundo. El más destacado y recurrente es la Wikipedia: un entorno colaborativo donde podemos encontrar abundante cantidad de información de casi cualquier área que podamos imaginar. Su gran baza para convertirse en la que podría considerarse la enciclopedia más grande del mundo ha sido la posibilidad de que sus usuarios dejen de ser meros consumidores para volverse productores del conocimiento.

Muchas instituciones ya han percibido el poder del conocimiento de masas y han abierto sus puertas a la sociedad para que esta les ayude a mejorar rápida y eficientemente. Desde empresas de carácter tecnológico hasta empresas relacionadas con el mundo farmacéutico, públicas y privadas. Todas han visto una oportunidad a la que no han podido decir que no.

Parece obvio que entonces debemos centralizar parte de nuestros esfuerzos en estructuras facilitadoras del trabajo colectivo que no mantengan una relación de dependencia con la localización geográfica.

El Conectivismo es una teoría del aprendizaje para el mundo digital que encaja perfectamente con la idea transmitida. Las necesidades de aprendizaje y las teorías que describen sus principios y procesos deberían ser un reflejo para los ambientes sociales subyacentes. El aprendizaje tiene que ser una manera de existir, un conjunto de acciones y actitudes que se encarguen de sustentar a una sociedad a la que le preocupa el futuro de todo y de todos.

Hace no demasiado tiempo, la vida media del conocimiento se medía en décadas; hoy ese concepto ha cambiado. El conocimiento crece exponencialmente y la utilidad de lo que aprendemos podría verse mermada drásticamente en unos pocos meses. Según la American Society of Training and Documentation (ASTD), la cantidad de conocimientos en el mundo se ha doblado en los últimos 10 años. La aplicación de nuevas metodologías que tengan en cuenta esta realidad es inaplazable.

Para George Siemens, uno de los fundadores del término conectivista, esta metodología integra los principios explorados por las teorías del caos, las redes, la complejidad y la autoorganización. El aprendizaje es un proceso que ocurre en un amplio número de ambientes con elementos en constante cambio que no están necesariamente bajo el control del individuo. El conocimiento puede residir fuera del mismo, está enfocado a la conexión de conjuntos de información y a las conexiones que nos permiten aprender más.

La capacidad para aprender lo que se necesita mañana es más importante que lo aprendido hoy. Un verdadero reto para cualquier teoría del aprendizaje es aplicar los conocimientos previos en el propio punto de aplicación. Sin embargo, cuando el conocimiento es necesitado pero no conocido, la capacidad de conectarse a las fuentes que permiten resolver un problema se vuelve una habilidad vital. Como el conocimiento sigue creciendo y evolucionando, el acceso a lo que se necesita es más importante que lo que ya sabemos.

Con esta filosofía en mente, el MIT creó el Centro de Inteligencia Colectiva que está trabajando en la redacción de un manual en forma de Wiki para que los interesados en el tema puedan con-tribuir a su desarrollo. El objetivo es sentar unas bases conceptuales que sean útiles en futuras investigaciones relacionadas con cómo las personas y los ordenadores trabajarían juntos de una forma más inteligente.

Las tendencias globales se ponen de cara para que regiones como la nuestra las aprovechen lo antes posible. Vivir en unas islas supone impedimentos físicos que pueden ser salvados gracias a la apertura que ofrece el mundo virtual. Se trata de una relación bidireccional en la que el conocimiento debe entrar en nuestras is-las pero también debe ser exportado. Las instituciones y empresas canarias tienen que poner sus puntos de mira en el crowdsourcing como una vía de mejora que nos lleve a un nivel intelectual superior que de forma individual no seríamos capaces de alcanzar.

Canarias tiene las materias primas y ya es hora de que las aprovechemos.

(*) Miembro del Foro Centro Atlántico de Pensamiento Estratégico sobre la TCSC. El artículo, con sus propuestas y puntos de vista, es del autor, no del Foro Catpe GC.

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