La agricultura y la silvicultura deben integrarse activamente en las políticas contra el cambio climático, según puso de manifiesto tanto la FAO como la confederación de organizaciones agrarias europeas, COPA, en el transcurso de la Cumbre del Clima (COP21).

Así, de los 186 países que habían presentado ya planes voluntarios para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, un centenar incluían medidas relacionadas con los usos del suelo y la agricultura, aunque a la directora adjunta de la FAO, María Helena Semedo, le preocupa que esas políticas solo tengan en cuenta la agricultura como una amenaza y que los gobiernos se olviden de la seguridad alimentaria, y alertó también del aumento de las migraciones en el mundo por las hambrunas vinculadas al calentamiento global. "Tiene que haber soluciones tecnológicas de adaptación que ayuden a reducir las emisiones GEI pero también acabar con el hambre".

Por su parte, el presidente del COPA, Martin Merrild, destacó que no tiene sentido resolver el problema del clima reduciendo la producción agraria en Europa para aumentarla en otro lugar. "La UE ya se ha comprometido seriamente con su ambicioso objetivo de reducir las emisiones en un 40% por comparación a 1990, y nuestros socios mundiales deben contraer compromisos similares. Esto debe hacerse de una forma equilibrada, que permita garantizar un abastecimiento de alimentos seguros para una población mundial que se prevé que aumentará en un 60% de aquí a 2050.

El cambio climático supone igualmente un reto para la agricultura y la seguridad alimentaria mundial, porque cada incremento de la temperatura en un grado generará una disminución de la producción de soja y maíz del 17%.

Según Merrild, la agricultura y la silvicultura pueden marcar una gran diferencia, por ejemplo, en términos de secuestro de carbono en el suelo y fuentes de energía renovables, y se ha de reconocer esta contribución.

"Francamente, lo último que necesitamos es que los agricultores se encuentren atrapados entre las consecuencias del cambio climático sobre su producción y los efectos negativos de las nuevas políticas impuestas. Desde 1990, las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura se han reducido un 23%, mientras que el impacto de sectores como el transporte ha aumentado.

El Secretario General de la ONU aseguró al concluir la Cumbre del Clima de París, el pasado mes de septiembre, que el de hoy fue "un gran día" porque las declaraciones y anuncios hechos durante la jornada pusieron de manifiesto "una visión global y completa del cambio climático".

Con el fin de asistir a 500 millones de agricultores de todo el mundo, se han aprobado iniciativas para una agricultura climáticamente inteligente, como:

Una Alianza para la Agricultura Climáticamente Inteligente en la que participan organizaciones, empresas y más de 40 gobiernos que representan un 16% de las emisiones totales de GEI procedentes de la agricultura.

Una Alianza Africana para la Agricultura Inteligente que asista a 25 millones de agricultores para desarrollar prácticas sostenibles hasta 2025.

500 empresas, entre ellas Kellogg, McDonald's o Walmart se han comprometido a suministrar alimentos producidos con prácticas agrícolas climáticamente inteligentes.

También hubo resoluciones sobre Industria, Energías renovables, sobre Eficiencia Energética, Transporte, etc.

Como decía el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, en septiembre de 2015:

"En el camino hacia Lima y París, la Cumbre del Clima de París quedará como el día en que la familia humana decidió ordenar su casa para hacerla sostenible, segura y próspera para las generaciones futuras. La Cumbre de París ha mostrado que podemos hacer frente al cambio climático".

Espero que no sea solo un deseo y ello por el bien de la humanidad.