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Teatro 'Entremeses'

Aperitivos cervantinos

Decir que el teatro fue la gran vocación de Cervantes es llover sobre mojado, pero lo que no es tan conocido es que el género dramático en el que su capacidad como dramaturgo brilló con más fuerza fue el entremés. Esto fue así hasta el punto que junto a Quevedo compone el trío de los autores más notables de este género.

Todos estos motivos bastarían para ver con delectación tres de sus entremeses de su obra Ocho comedias y ocho entremeses nunca representados, sino fuera porque además la adaptación que ha realizado la compañía teatral La Abadía supone una revisión del original que devuelve la fuerza que en un principio tuvo en su época de esplendor. Afortunadamente esta adaptación ha respetado el tiempo y el espacio de la obra cervantina, porque no se ha cometido el despropósito de trasladarlo a la época actual o sacarlo del ámbito en el que se desarrolla llevándolo a un espacio urbano.

A este respecto se debe destacar la escenografía, diseñada por José Hernández y los arregos de coplas y expresiones del refranero que ha realizado Jesús Domínguez. Asimismo, la idea de incluir a un personaje a un lado del escenario, rodeado de un amplio utillaje para llevar a cabo los efectos sonoros pertinentes es más que brillante.

Los entremeses cervantinos son exclusivamente cómicos en apariencia, porque están dotados de un sutil y certero juicio sobre la sociedad del momento. Por eso hay que señalar que no queda totalmente claro al espectador la naturaleza crítica de la tercera de estas obras, porque si en La cueva de Salamanca no hace falta señalar la crítica a la superstición y en El viejo celoso es más que evidente la denuncia de las consecuencias del matrimonio inarmónico, en El retablo de las maravillas pasa desapercibido al espectador que la obra realiza una implacable crítica del absurdo en el que los estatutos de limpieza de sangre habían hecho caer a la población deseosa de demostrar por todos los medios no tener sangre judía o morisca.

Es la única crítica negativa a una obra que en el resto resultó entretenida, bien representada, correctamente ambientada e inteligentemente adaptada en la que destacaron entre el elenco actoral Julio Cortázar, Inma Nieto y Miguel Cubero que interpretaban diferentes personajes de estas tres obras que más que entremeses parecían el plato fuerte de la programación.

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