Récord: 300 millones de dólares por Interchange, de Willem de Kooning, y 200 por Number 17A, de Jackson Pollock. De una tacada. Y ya se sabe, venga comentarios pesimistas sobre la burbuja del arte que cuando estalle y tal y tal y tal.
Las vanguardias o mejor las posvanguardias o quizá las metavanguardias son resultado del encuentro de unos genios europeos, muy pobres, y de unos atonto- linados americanos, muy ricos. Así lo ve un amigo mío que... no, no voy a decir el nombre.
A partir de ahí la bola no ha dejado de crecer. No negaré la hipótesis pero sospecho que aquellos americanos, si bien no sabían nada de arte, eran unos magos de los negocios -por eso eran ya entonces tan ricos- y comprendieron el gigantesco y novedoso pelotazo que se podía dar desde casi la nada.
No creo que estalle la burbuja porque los intereses en juego son gigantescos. Si tuviese 400 millones de dólares me llevaría el Pollock sin parpadear. El lote ha sido adquirido por Kenneth Griffin, que gestiona un fondo de 26.000 millones de dólares y tiene una fortuna personal de 7.200 millones. No está huyendo de la Bolsa porque ventee un inminente hundimiento entre otras cosas porque si se derrumban los parqués el arte es un refugio más que discutible.
No. Todo responde al mismo fenómeno y para entenderlo hay que añadir que hace solo dos meses donó 40 millones de dólares al Museo de Arte Moderno de Nueva York. Así es el capitalismo actual: un arte maravilloso y mucha, mucha, mucha generosidad.
