Nunca, y no es recurso literario, nunca, un reconocimiento me ha conmovido tanto las entrañas como la propuesta del Cabildo de reconocer con el can de plata la labor de Koldobi Velasco Vázquez. Y antes de que los biógrafos oficiales y oficiosos y sus amigas y amigos la retraten desde todos los puntos de vista, quisiera dedicarle mi emoción admirada, con una sensación que, desde los pasillos del Tomás hasta las calles en lucha y las asambleas de debate, siento por ella como persona honesta y coherente.

Koldobi es más que el símbolo de la lucha y la coherencia. Es ella misma la lucha y la coherencia que, en femenino, reivindica para todas, e incluso para todos, una sociedad mejor. La mujer Koldobi es el ejemplo líder desde la humildad que da las convicciones arraigadas. Convence con su testimonio, con sus palabras, pero sobre todo con su sonrisa y su mirada. Sonrisa amable y mirada entrañable que relumbra y resuena en manifestaciones y reuniones, y en los abrazos que te da en cada encuentro.

La mujer Koldobi ha hecho de sus apenas 4 décadas de vida un vida buena de sabio andar, una vida de Lucha y luchas, una vida silenciosamente estridente contra las desigualdades y las injusticias allí donde tienen la desgracia de encontrarse con ella.

Doy las gracias a quien ha tenido la idea de reconocer su labor, a quien apoyó esa idea y a cuantos la van a hacer posible. Es importante que se reconozca en ella el trabajo de las profesiones de carácter social: trabajadores y trabajadoras sociales, de educación social, etc. Dado, además, los tiempos que corren.

Koldobi, como mujer, recompone la sonoridad y el poder para las mujeres en ese mundo alternativo en el que, no sólo cree Koldobi desde que pudo pensarlo y soñarlo, sino por el que lucha cada milésima de segundo y que construye con cada célula de su cuerpo de mujer.

Koldobi, profesional, amiga, persona, activista, militante: Gracias por tu tiempo, tus energías, tu discurso, tu amistad, tu ejemplo.

Koldobi, mujer: Muchísimas gracias por ti.