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Sol y sombra

Perorata del apestado

Mariano Rajoy dice que el Partido Popular no está para participar como actor secundario en el sainete del debate de investidura.

Pero también podría haber dicho, de acuerdo con la dislexia última que le adorna, que la investidura de Pedro Sánchez no está para participar en el sainete del Partido Popular. Este último incluye la declaración algo pomposa y ridícula de Rita Barberá que relaciona el latrocinio de Valencia con las ansias de la izquierda de acabar con ella.

El problema coloquial de la política en este país se traduce por lo común en grandilocuentes frases que acaban volviéndose contra quienes las pronuncian. Rajoy ve cercana la posibilidad de una elecciones y se agarra a ella como a un clavo ardiendo sabiendo que sus posibilidades de negociar un pacto de gobierno son mínimas. Él espera elecciones del mismo modo que lo espera todo en esta vida, resguardado en la convicción de que permanecer quieto es también una manera de moverse. El presidente del gobierno en funciones es así. Otra esperanza limítrofe con la irrealidad, incluso con la ciencia ficción, es para él presidir un gobierno coaligado, en el que casi nadie, incluso dentro de su partido, quiere verlo envuelto. Una de las paradojas que arrastra este sistema electoral imperfecto y coñazo es precisamente que un político como Mariano Rajoy que ha obtenido como candidato al frente de su partido más votos que ningún otro se convierta en una especie de apestado para los demás y también para los suyos. Aunque resulte fácil buscar la excusa en la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, la traca valenciana, la operación púnica, una secuela de cargos por los que tiene que responder el candidato popular y, sin embargo, pertenecen a una idiosincrasia ya del partido que se quiere movilizar en su contra.

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