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Tête à tête

Entre los libros de cine más leídos y venerados por los cinéfilos de todo el mundo hay dos que ocupan un lugar preeminente en la memoria de todos los que, por activa o por pasiva, vivimos estrechamente vinculados al mundo del celuloide, dos tomos de lectura obligada, apasionantes, amenos, reflexivos, profundos y, sobre todo, enormemente reveladores que, además de habernos brindado horas y horas de verdadero placer intelectual, nos han ayudado a ver las películas desde un prisma mucho más poliédrico, con una actitud más abierta a la indagación y al análisis que a la mera complacencia. Por supuesto que existe una larga lista de títulos de los que conservamos un gozoso recuerdo pero, insisto, solo dos alcanzan, a mi modo de ver, la categoría de auténticos incunables, de libros que han ayudado a cambiar ostensiblemente nuestra percepción del arte cinematográfico.

Uno es Mi último suspiro, editado en 1982 por Editions Robert Laffont de París, que recoge con rigor y sinceridad, las memorias personales del maestro Buñuel, cuya persistente relectura nos ha ayudado a conocer más en profundidad al autor de Nazarín (1958) y a encontrar respuestas a algunos de los interrogantes que planeaban sobre su controvertida personalidad. Además de inteligente y esclarecedor, el libro, como su propio autor, es un dechado de ironía que pone a más de una celebridad de nuestra cultura en entredicho al tiempo que muestra una capacidad de autocrítica verdaderamente ejemplar.

El otro, leído hasta el hartazgo por legiones de estudiosos del medio y, al menos en mi caso, con sus páginas profusamente subrayadas, es El cine según Hitchcock, publicado en España por Akal en 1983, es decir tres años después del fallecimiento del cineasta británico, y por Alianza Editorial en sucesivas ediciones, donde un jovencísimo François Truffaut (el volumen fue escrito en 1965) entabla una larga y pormenorizada conversación con el maestro del suspense acerca de su prolífica trayectoria profesional, tanto en su Inglaterra natal como en Hollywood.

Desde sus tímidos inicios en el cine mudo británico con títulos como El enemigo de las rubias (The Lodger, 1927), El águila de la montaña (The Mountain Eagle, 1926) o Easy Virtue (1927) hasta su gloriosa etapa estadounidense con obras del calado artístico de Enviado especial (Foreing Correspondent, 1940), La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, 1943), Extraños en un tren (Strangers on a Train, 1951) Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), Vertigo (Vértigo. De entre los muertos, 1958) o Psicosis (Psycho, 1960) el libro va desgranando, paso a paso, toda la filmografía hitchcockiana deslizando comentarios, tanto del propio Truffaut como de Hitchcock, que alumbran nuevas vías para la interpretación de un cine que, como el los grandes maestros, no agota nunca sus posibilidades de desvelar alguna lectura inédita.

No hay que ser especialmente perspicaz para imaginarse los resultados de este apasionante tête à tête entre dos de los cineastas más respetados de la historia, en 1965, o sea en plena eclosión de los nuevos cines europeos y, por consiguiente, de la Nouvelle Vague, corriente de la que Truffaut fue uno de sus principales impulsores. La desbordante pasión que ya demostraba el director francés por el cine, tras dirigir películas de la enjundia poética y de la inspiración de Los cuatrocientos golpes (Les quatre cents coups, 1959), Tirar sobre el pianista (Tirez sur le pianiste, 1960) o Jules y Jim (Jules et Jim, 1962) y su prolongado periodo como crítico en Cahiers du Cinéma lo capacitaba sobradamente para ser el candidato óptimo para conducir un encuentro, como se reveló años después, tan crucial para la exploración y el conocimiento de una obra cinematográfica sin parangón en la historia del cine.

500 preguntas y más de 50 horas de conversación le bastaron a Truffaut para hacer un sesudo y exhaustivo repaso de la obra de este director, tiempo que utilizaría también para apuntalar sus revolucionarias teorías sobre el cine de autor en un momento en el que muchas cinematografías europeas pugnaban por un cambio radical en sus postulados a tenor de los éxitos mundiales alcanzados por la obra tanto del propio Truffaut como la de muchos de sus adláteres, como Godard, Chabrol, Malle, Rivette, Rohmer, Resnais, Varda, o Marker.

Pues bien, a partir de estas jugosísimas conversaciones, publicadas en más de veinte idiomas, el escritor y cineasta norteamericano Kent Jones, firma habitual en las páginas de la prestigiosa revista especializada Film Comment y director de The World Film Foundation de Martin Scorsese, ha querido conmemorar los 50 años de la primera edición del libro con Hitchcock/Truffaut, un documental de 80 minutos de duración donde resume el espíritu de aquella mítica publicación, combinando hábilmente imágenes de los filmes de Hitchcock con las grabaciones originales de la entrevista y la intervención de una larga nómina de cineastas contemporáneos, encabezada por David Fincher, Wes Anderson, James Gray, Paul Schrader, Olivier Assayas, Kiyoshi Kurosawa, Armand Desplechin y Richard Linklater, que muestran su absoluta complicidad con la inmensa mayoría de las declaraciones que vierte el cineasta británico en las conversaciones.

La película, una coproducción francoestadounidense, ha hecho ya su recorrido triunfal por los certámenes internacionales más prestigiosos, mientras espera su estreno en los cines españoles, previsto para el próximo 1 de abril. Se agradece, por lo insólito del hecho, la exquisita atención que pone Jones a la hora de respetar los respectivos formatos de las decenas de fragmentos de películas que aparecen en el documental y el meticuloso sentido de la selección que demuestra al escoger aquellas secuencias que mejor ilustran los comentarios de estos dos colosos del cine.

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