No hay quien consiga una cama hotelera en la capital grancanaria. Ni en el Sur. El intento de un grancanario de reservar diez días de alojamiento para un descanso familiar le ha llevado a mayo. Y para una urgencia ya ha habido quien ha tenido que recurrir a las viviendas de alquiler, apartamentos que salen de precio como si se tratara de un hotel de lujo. La ciudad vuelve a recuperar un tono turístico que parecía eclipsado. Quien siembra recoge.