La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cien líneas

Felices

Otros dos meses sin Gobierno y los susurros llevan camino de altas voces de protesta. Quieren convencernos de que así no pueden continuar las cosas. Mecen la cuna del descontento los que se benefician del reparto desigual que realizan por sistema los gerifaltes de la política.

El Estado, ya sabe, afana de una manera brutal. Hace mil años por el diezmo -vamos, el diez por ciento en impuestos- había revueltas populares. Ahora arrebatan a cada cual el 50 por ciento de lo que gana y nadie dice ni pío. Han comprado las conciencias con el mito y mantra del Estado del Bienestar que, ya se sabe, es solo el bienestar del Estado.

El Estado afana, decía, y el Gobierno distribuye. La distinción es apenas retórica porque a ver cual es la diferencia entre los jinetes del Apocalipsis y sus caballos.

Y el Gobierno distribuye en función de sus intereses que son solo dos: mantenerse en el poder a toda costa y recoger las migajas -o las hogazas- que caen de la mesa del gran banquete.

A menos Estado, menos atraco. A menos Gobierno, menos reparto escandalosamente desigual. Con el Estado no vamos a acabar. Todo lo contrario, va a más. Y el Gobierno, merced a sus arteras adjudicaciones del maná, es indestructible ya que alimenta unos voraces anillos concéntricos de clientelismo que le salvan siempre y en toda circunstancia.

Solo cabe ser feliz en trances como el actual: no hay Gobierno así que no puede empeorar la desigual, tramposa, mezquina y a la postre letal distribución de una riqueza que, ay, es de todos.

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