Si tuviera que resumir en una palabra el documental sobre cine canario Bregando historias, esa palabra sería "ecuánime". Dicho trabajo de Nacho Bello, presentado fuera de concurso en la sección Canarias Cinema del festival, da voz por igual a los directores del Archipiélago: tanto a los que experimentan con nuevas narrativas como a los que reflejan la realidad social de su entorno, sin olvidar a quienes aspiran a llenar las salas contando historias entretenidas.

En Bregando historias se "contraponen" (verbo que empleó Nacho Bello en el coloquio posterior a la primera proyección del martes por la tarde) las visiones sobre el cine de varios de estos realizadores. Visiones casi irreconciliables en ocasiones, pero, por otra parte, ¡qué triste sería que todos pensaran lo mismo!

El mismo cuento lo aplico al pase de cortometrajes internacionales que vino después, y en consecuencia nada me impide decir (y lo digo) que el más disparatado de esos cuatro trabajos, que a mucha gente le parecería un horror, fue mi favorito.

Nuestra Señora de las Hormonas, del francés Bertrand Mandico, es un asfixiante caramelo de algodón envenenado, una especie de engendro de Jean Cocteau y el David Cronenberg más pasado de rosca.

Pese a sus méritos, ningún otro entre los trabajos que pudieron verse de la recuperada sección oficial de cortos (el francobelga Jay entre los hombres, el polaco Figura y el peruano Paulina) me hizo interesarme por la trayectoria de sus directores, e incluso desear que tuvieran un largometraje que echarme a la boca.

Mandico ha hilado una ensoñación de colores pastel protagonizada por dos actrices que se disputan los favores de una cosa (pariente de aquellos pequeños alienígenas reptantes de las películas de los años cincuenta) y... desde luego que intentar contar el argumento de Nuestra Señora de las Hormonas no ayuda mucho. Aún así, creo que sí se puede dejar constancia con palabras del efecto embriagador de su estética y el lujo que supone escuchar en el papel de narrador a Michel Piccoli, que a sus noventa años no ha perdido las ganas de colaborar en proyectos alocados, bendito sea.