La siempre autorizada voz de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, lo ha dicho, aunque teniendo que matizarlo, enderezando el recto sentido de la frase. Son avatares de hilar fino. Por el momento el gran arcano es saber por qué se presentó Pedro Sánchez al Rey dándole a entender que él sí tenía el suficiente respaldo a su investidura. Viendo cómo al final se desenvolvió todo, la intentona pudo habérsela ahorrado. Para un terco y duro de mollera como yo se le hace imposible comprender el porqué de ir Pedro Sánchez a una investidura sin llevar bien amarrado el mayor número de apoyos; ¿lo suyo fue hacer gimnasia parlamentaria? Esta confusión mía la aclara un tanto la aseveración cervantina: "Los oficios y grandes cargos, amigo Sancho, no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones".
Para mí fue una novatada de Podemos, un patinazo en toda regla, que antes de sentarse a negociar con sus respectivos programas sobre la mesa, para el posible gobierno PSOE-Podemos-IU-Compromís, reclamara unilateralmente ministerios, entre los que iba la vicepresidencia. Tampoco es de recibo el trágala de los socialistas, que viene a decir "ustedes dennos su apoyo, pero nos guardamos la composición del futuro Gobierno", y sin aclarar qué medios económicos serán los que posibilitarían el cumplimiento de las promesas programáticas de ambas formaciones, PSOE-C's, por lo que Iglesias y los suyos no se fían de Sánchez. Es la contradicción misma. Visto lo cual, a servidor le cuesta entender al candidato. La propuesta -y el contenido de ella- es buena para los españoles. Lo malo es que no iba acompañada de la suficiente garantía parlamentaria (los apoyos en votos) para hacerla posible. Al no ser así, todo se convirtió en un fiasco bienintencionado. Y la negociación misma, un total desastre, lo que justifica que Pedro Sánchez no tiene las manos libres para hacer lo más razonable: conseguir un gran pacto de izquierdas. Tiene enfrente, domeñándolo, al viejo aparato del partido (Felipe, Alfonso, Rubalcaba, la baronesa Susana Díaz, y los barones, junto con los de las puertas giratorias). Esta vergonzosa situación (el tener que pactar con Albert Rivera, esa nueva derecha, aparentemente más civilizada, que lo aboca desde el principio a hacer el ridículo), la pretende descargar sobre Podemos. De su palmaria incapacidad, propia y sobrevenida, ¿la culpa es de Pablo Iglesias?
En estos tiempos inquietantes los políticos emplean su tiempo (cuando no medrar y satisfacer egoísmos o codicias personales) para aumentar su estatus. El ideal, en la mayoría de ellos, ha desaparecido por completo. Desde el sentido común ¿por qué Sánchez pretende hacer firmar un cheque en blanco a la parte, exigiéndole el apoyo total al "matrimonio" con Rivera para su investidura, al tiempo que guardándose las cartas bajo la manga? ¿Qué partido con un mínimo de dignidad puede aceptar esto? El socialista presiona a Rajoy e Iglesias, culpándolos de que no haya Gobierno. ¿Argucia para dinamitar todo acercamiento? Es lo que parece con la frase lapidaria que le espetó a Podemos ante su fracaso: "Iglesias, no apoyándonos, ha traicionado a sus votantes." Lo último es que su coalición con C's la usa para negociar su investidura, haciendo sospechar que se presentarán juntos si se repiten las elecciones. Dan a entender que todos van buscando los cargos; ¿Sánchez y Rivera no? El secretario general del PSOE cuenta con dos meses para hacer las cosas mejor a fin de conseguir su investidura como presidente del Gobierno del reino de España en un tiempo nuevo. Él verá lo que hace. Se la juega, y mucho, porque si no lo logra antes del próximo congreso ordinario de su partido, a celebrar en junio próximo, yo soy de los que no dan un céntimo por él. La que le ha tendido la trampa por esos predios sureños de la vieja piel de toro, lo estará esperando. Seguro que se hará realidad lo que han dicho de él: Pedro el Breve.
