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Cada cosa en su sitio

"Un clamor silencioso"

Albert Rivera solo pide la retirada de Rajoy para negociar con el PP un pacto de investidura y quizás de gobierno. Por su parte, Pedro Sánchez lleva tiempo centrando su concepto del cambio en la misma retirada, diferenciando al PP de su líder actual. Artur Mas se propone a sí mismo como ejemplo, lo que no deja de ser chusco. Con él o sin él, los soberanistas catalanes sumaban mayoría en el Parlament a condición de no enfadar a la CUP. Pero la derecha estatal tendría que negociar la mayoría con el PSOE, pues con Ciudadanos no suma, y ni siquiera con ello garantizaría la presidencia del gobierno para el sucesor de Rajoy si el objetivo de "gran coalición" fuese menos personalista. Este paisaje y su paisanaje pueden persuadir al Rey de encomendar la tarea a un ciudadano ajeno a los partidos. No se atreverá. La tesis del "bonus pater familiae" no mola en la selva.

El expresidente de Murcia Alberto Garre califica la salida de Rajoy de "clamor silencioso" en las propias filas del PP, que son las suyas. Es el primero en hablar, pero no será el último. La cosa está envenenada porque la izquierda tampoco suma excluyendo al mogollón separatista, como exige el PSOE, ni camuflando promesas de referendos de autodeterminación; no solo el catalán, sino la traca que se sumaría al rebufo. Cada cual es rehén de sus manejos. Los socialistas quieren federalizar el país, y a lo mejor les conviene a los antaño pragmáticos catalanes posponer su "desconexión" hasta ver los rendimientos de ese proyecto, evitando así el seguro conflicto con todos los poderes del Estado y la inmensa mayoría de los españoles si se emperran en cumplir su plazo de 18 meses. Pierden el tiempo quienes insisten en identificar lo federal con lo autonómico, porque es éste el que sufre una crisis "in progress".

El último barómetro del CIS aparece encabezado por cuatro preocupaciones achacables al gobierno saliente. El paro en primer lugar, seguido de la corrupción (que salta más de ocho puntos sobre el sondeo anterior), los problemas económicos y, finalmente, los políticos. No son exclusivos de la acción de Rajoy pero desactivan sus letanías sobre creación de empleo, regeneración y transparencia, rearme económico y eficacia política con derecho a seguir mandando. Si no les basta como contradicción de haber sido los más votados el 20D, van de cabeza al abismo en las próximas urnas. La salvación es evitarlas, como dejan adivinar las palabras de Alberto Garre.

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