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Crónicas galantes

La corrupción y sus culebrones

Al presidente de Bolivia, Evo Morales, le ha salido estos días un hijo secreto que, según dice la afectada, gestó hace nueve años con Gabriela Zapata, una joven amante suya recién detenida por enriquecimiento ilícito. Parece el libreto de un culebrón latinoché de los que Venezuela produce con tanta abundancia, pero lo cierto es que se trata de la vida misma. También los petrodólares de Caracas han contribuido a alumbrar, después de todo, al boliviano y bolivariano Morales.

El niño, que habría fallecido al poco de nacer, ha resultado estar vivo -por fortuna-, de acuerdo con lo que sostiene su propia madre. Tanto es así que Zapata anuncia una próxima presentación del ya crecido zagal ante la prensa, para escarnio del presidente. Morales se ha apresurado a demandar a su exnovia, al tiempo que el Ministerio de Justicia se movilizaba en defensa del derecho a la intimidad del crío. No se habla de otra cosa en los juzgados y en las porterías.

Lances como estos inspiraron a Valle Inclán su celebrado Tirano Banderas que subtituló -ahora sabemos por qué- como "novela de tierra caliente".

El folletón lo destapó la propia Zapata, de apellido revolucionario como conviene al caso, tras ser detenida por negociar contratos valorados en más de quinientos millones de dólares. Los fiscales sospechan que los habría obtenido gracias a la influencia que aún ejerce sobre su antiguo novio y presidente.

Como se ve, el procedimiento era de lo más clásico y tal vez recuerde a muchas de las prácticas que a menudo se perpetran en España, aunque esta no sea tierra de culebrones.

Desde su puesto de gerente de una empresa china, la exnovia de Morales mantenía una intensa -y al parecer muy útil- relación comercial con el Gobierno que adjudicaba las grandes obras públicas de Bolivia. Más o menos como aquí. Para mayor inri, los chinos no cumplieron con los trabajos adjudicados, lo que obligó al Gobierno boliviano a rescindir algunos de los contratos.

Como suele ocurrir en estas circunstancias, Morales se ha defendido alegando que esto no es lo que parece. Su romance con la señora denunciante sería ya agua pasada que no mueve los molinos del poder, por más que el volumen de los contratos adjudicados a la próspera empresaria -de solo 28 años- sugieran lo contrario. Infelizmente, la afectada no se siente del todo a gusto en la cárcel y amenaza con sacar de paseo por los platós de la tele al niño que tuvo con el jefe del Estado.

Lo que le faltaba al frente bolivariano que vino a luchar contra la corrupción y el imperialismo es ver metido a Morales en un asunto de mangancia institucional que, a mayores, beneficia a un imperio emergente como el de la República Popular China. Caído Lula, con Cristina Kirchner bajo sospecha y el venezolano Maduro a punto de mandar a pique a su país, el ánimo de los descamisados podría estar flojeando a estas alturas.

A diferencia de España, eso sí, estos negocios a la sombra del poder se sazonan en las antiguas colonias con romances presidenciales, hijos secretos que resucitan y novias súbitamente enriquecidas que le prestan un atractivo aire de revista del corazón a tan delicados asuntos. Nada que ver con las aburridas corrupciones que día sí y día también afloran por aquí en los juzgados. Se conoce que en Europa nos ponemos serios hasta para robar.

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