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Papel vegetal

Difícil papeleta de Obama en Argentina

Con razón ha advertido Adolfo Pérez Esquivel al presidente Barack Obama de la inoportunidad de su planeada visita a Argentina precisamente en los días en que se conmemora el 40 aniversario del golpe contra Salvador Allende.

El Nobel de la paz argentino, que fue torturado y luego encarcelado sin juicio por la dictadura militar, ha escrito una carta al presidente de EEUU en su condición de "superviviente de ese horror, que contó con financiación, adoctrinamiento y coordinación" del Gobierno de Washington.

Obama, según se ha anunciado, no estará finalmente en la capital argentina el mismo 24 de marzo, sino a unos 1.400 kilómetros de distancia, pues volará al conocido centro turístico de Bariloche para dedicarse al que parece ser uno de los deportes favoritos de los presidentes de EEUU: el golf.

El nuevo presidente argentino, el conservador Mauricio Macri, el hombre que terminó claudicando ante unos fondos buitre que reclamaban el pago de la deuda de ese país para poder acceder de nuevo a los mercados internacionales, no parece mostrar el mismo entusiasmo con los defensores de los derechos humanos que su predecesora en el cargo.

Algo que también le ocurre al ministro de Cultura de la capital, Darío Lapérfido, quien negó recientemente que durante la dictadura militar hubiese habido "30.000 desaparecidos" y dijo que se exageró la cifra para que los familiares pudieran aprovecharse de los subsidios.

¿No le recuerdan al lector esas declaraciones las que hizo aquí un dirigente de nuestro Partido Popular de que algunos se habían "acordado de su padre cuando había subvenciones para encontrarlo", en re- ferencia a las fosas comunes del fran- quismo?

Los argentinos, y los demócratas de todo el mundo, no desean olvidar en ningún caso el apoyo activo prestado por Washington al golpe contra un presidente democráticamente elegido como era Allende.

Los historiadores han señalado las maniobras de la CIA desde el momento mismo de la elección del líder de la Unidad Popular y el apenas velado consentimiento del Gobierno de Washington a la traición de los militares a su Gobierno.

Según un memorándum de la conversación entre el entonces secretario de Estado norteamericano y el ministro de Exteriores chileno César Guzzetti, Kissinger le dijo a éste que "si hay cosas que tienen que hacerse, lo mejor es que se hagan rápido". Palabras, conviene recordarlo, de un también premio Nobel de la Paz.

No es pues extraño que las llamadas Madres de la Plaza de Mayo considerasen la visita del demócrata Obama el día en que se conmemora el golpe y sobre todo su presencia en la Antigua Escuela de Mecánica de la Armada, que sirvió de centro de detención y que se incluyó en el itinerario, como "una ofensa al pueblo argentino, a las víctimas de la dictadura y a sus familiares".

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