El 15 de septiembre de 2015, cada uno de los miembros de mi familia, nos levantamos como cualquier día... Hicimos lo de siempre, como cada día. Y parecía que acabaría como cualquier día, pero no fue así

Mi hijo Luis tuvo un accidente de tráfico aquel día. Porque, como cualquier día, subía a casa en su motocicleta y quiso el destino y la irresponsabilidad de otros aliarse y, luego ensañarse con él.

La causa exacta del accidente intentamos olvidarla.

Mi hijo Luis Pedro llegó a urgencias del Hospital Insular con un diagnóstico que cuando se conoce sabes que su vida pende de un hilo.

Después de haber sido atendido por una UVI móvil y un Soporte Vital Básico en el mismo lugar del siniestro, y enseguida siendo trasladado al Hospital Insular, desde el minuto cero brotó toda la profesionalidad del complejo hospitalario.

La primera fue crucial: la del Dr. Víctor Pons, que fue el primero que lo atendió en urgencias.

A continuación pasa a las manos de la Dra. Isabel Gutiérrez, doctora que con todo su equipo, lo opera de urgencia extrema, y para acabar de aferrarlo a la vida la invalorable e incalculable intervención del Dr. Javier Larrea, que consiguió que el hígado de mi hijo se empezara a recuperar.

Para todos ellos van estas palabras queriendo incluir también a todo el personal de urgencias, de críticos, así como al de la planta 10Sur, donde estuvimos 50 días, desde personal de limpieza, celadores, personal sanitario hasta incluso el personal de práctica.

Hace ya seis meses de este percance pero una madre no olvida:

Gracias, gracias de corazón, por haber hecho de una estancia que parecía corta y con un feo final, "una temporada que pasamos en el Insular" con una gente maravillosa que hizo que los días que pasó allí un chico de 20 años, llamado Luis Pedro González-Sosa González, se hicieran más llevaderos.