La Provincia - Diario de Las Palmas

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49ª Temporada de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria

Massenet y Poulenc, el antes y después de Debussy

Interesante propuesta la de unir dos óperas breves, representativas de otros tantos momentos de la lírica francesa: el agotamiento del tardorromanticismo massenetista y la innovación del "Grupo de los Seis". Es decir, el predebussysmo y el postdebussiysmo, con asimilación por el segundo del estilo parlato del magistral Pelleas et Melisande. Massenet ya no tiene nada que decir en El retrato de Manon, comedia simplona y cursi sobre el aburguesamiento de Des Grieux, caballero prejuicioso y un punto fetichista en el recuerdo de la desdichada que le amó, cuyo retrato será decisivo para desbloquear la felicidad de una joven pareja vetada por él. A su manera, utiliza el compositor un parlato melódico que escamotea por completo, a pesar de su feracidad melódica, las arias y dúos que pueblan sus óperas serias.

Por contra, en La voz humana despliega Poulenc sobre un texto de Jean Cocteau, la plenitud del canto hablado. Es un monodrama que no envejece, gracias al atormentado discurso de una mujer, Elle,que lucha por rescatar a su amado a través de la comunicación telefónica. La ansiedad y la angustia del monólogo dan presencia casi física al ausente y convierten el invento de la telefonía en metáfora de la soledad en un mundo escindido (que la tecnología digital del presente no ha hecho sino agravar). El diseño escenográfico de Carlos Santos es magnìfico: los mismos elementos corpóreos (grandes estanterías de biblioteca, verticales y en planos diversos) simbolizan el orden convencional en que habita un Des Grieux envejecido y bobo, mientras que las mismas armaduras colgadas en diagonales caóticas, con los libros desparramados por el suelo, retratan el trágico desorden de una mujer abandonada que desemboca en suicidio. Aplauso a la idea, y también al pulso del director escénico, Alfonso Romero, que diferencia netamente las esferas especificas de ambos relatos. Pero la evocación de Manon cuando Elle desaparece implica un bien pensado correlato entre dos mujeres muertas por amor.

Absolutamente certera la soprano Ángeles Blancas, en su composición de La voz humana. Expresión corporal y técnica vocal conspiran admirablemente en la infinidad de fonaciones, matices, celajes y colores puestos al servicio de una intimidad masacrada. Con dosis de patetismo bien medidas, la recita de esta gran intérprete es un crescendo de intensidad que conmueve y hace pensar. En la obra de Massenet están muy bien los cuatro cantantes: el barítono Manuel Esteve por la calidad de la voz, la regularidad de emisión en toda la tesitura y la expresividad musical; la soprano grancanaria Elisandra Melián por el excelente estilo y la eficacia escénica; el tenor también grancanario Rubén Pérez por la levedad y la gracia de un personaje bufo animado sobre su precioso timbre lìrico-ligero y sus dotes actorales; y la soprano barcelonesa Carol García por la juvenilidad y el frescor de una bonita voz.

La dirección musical de Juan Luis Martínez sufrió bastante en el estreno con la deslavazada desgana y las desafinaciones de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria pese a la somera instrumentación de Massenet, pero se lució con la exactitud y el carácter del comentario sinfónico en Poulenc. Y el Coro de la Opera cumplió sin problemas en la Manon un breve episodio dall interno.

Tan solo 65 años separan las fechas de estreno de ambas piezas, pero las diferencias son abismales. Estaría bien repetir la fórmula con otros titulos breves que no sean los de siempre.

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