El principal objetivo de una comedia es hacer reír, lo cual puede parecer bastante sencillo, pero sólo basta ver que abundan más las tragedias para comprobar que es mucho más fácil deprimir al espectador que hacerlo sonreír. Pero por si fuera poco, aún más complicado es crear una comedia negra, porque ésta tiene que abordar temas que normalmente suscitan pena o lástima, pero de manera humorística. Para ponerlo todo más difícil, entre todos los aspectos de la vida que provocan más tristeza, no hay dos que constituyan un tabú mayor que la enfermedad y la muerte, y son estos los que forman el eje el argumento de Páncreas.

Si a esto añadimos que la obra trata de temas tan penosamente actuales como la precariedad laboral, la depresión, las tendencias suicidas, el relativismo moral, el mercado negro del fármaco online y sus riesgos, entonces el cóctel que supone su argumento debería deprimir a cualquiera, pero sin embargo, Páncreas logra hacer reír, y dejar al espectador con la sensación de que ante los problemas sin remedio la mejor medicina, ya que no hay otra, es el humor.

Dicho esto hay que reconocer que en esta obra no hay nada más, porque Páncreas no destaca precisamente por su mayor particularidad, la de ser una comedia en verso. No sólo es ripiosa, sino que no logra en este aspecto ser original. Es cierto que hay metros distintos según se trata de instantes diferentes. Cuando son reflexivos el metro es largo, mientras que en los momentos de comedia y enredo es corto. También entre pareados, tercetas, cuartetas y quintetas ripiosas se identifica algún romance, décimas reales e incluso alguna estrofa manriqueña, pero en ningún instante se logra la deformación del lenguaje con fines paródicos de obras como La venganza de don Mendo.

En cuanto a Alfonso Lara, José Pedro Carrión y Fernando Cayo, basta con reconocer que forman un trío de actores tan bien acoplado que resulta imposible que ninguno destaque sobre los demás. La escenografía de José Luis Raymond, la iluminación de José Manuel Guerra y el vestuario de María Luisa Engel poseen un apropiado toque sombrío y fantasmagórico que sólo reconocemos como el más apropiado cuando al final comprendemos asombrados que hemos asistidos a un relato de ultratumba.