La Provincia - Diario de Las Palmas

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Desde mi isla

Los baños y la esterilidad

Desde tiempos antiguos la esterilidad suponía un temible castigo para cualquier matrimonio, máxime cuando la agricultura era el sector dominante de la economía de las familias, necesitadas de los hijos como mano de obra para desarrollar sus actividades económicas y domésticas. Por ello no extraña que los primitivos observando cómo las aguas fertilizaban la tierra, haciendo posible las cosechas, equipararon como rito imitativo esa función fertilizadora de las aguas con sus propias necesidades reproductoras. El agua era, pues, la clave de la fertilidad y por tanto era la mediadora entre la realidad y la necesidad, el medio por el que el rito vencía a la esterilidad. Todavía en Marruecos, en la fiesta de anzar, se considera a la lluvia masculina, asignándole una historiada muñeca por novia, invirtiendo así el origen natural del mito fecundador

La esterilidad de Sara, la mujer de Abraham, dio paso a la aventura consentida del patriarca con la esclava Agar, de la que nació Ismael (raíz de los ismaelitas). El nacimiento de Isaac provocó la vergonzosa expulsión de Agar e Ismael, obligando a la intervención divina cuando agonizaban de sed en el desierto. Entonces surgió el pozo de la salvación, cuyas aguas (de Zem-Zem) de las que se dice que son las mismas que las de Medina, la ciudad bendita de los musulmanes en Arabia Saudí. El tema de la esterilidad aparece en la literatura. Como ejemplo, basta citar el personaje de Yerma en la obra de teatro del mismo nombre de Federico García Lorca y el personaje masculino del Joven, en Así que pasen cinco años.

En la etnografía y la antropología histórica se puede extraer un resumen escogido de la relación del agua y la esterilidad, en capítulos de Baños, bebidas, aspersiones y otros. Aquí vamos a tratar los subcapítulos de los Baños: mar, fuentes, ríos, pozos. Los baños de mar tienen su primera referencia en el Baño de Venus, quien surgiendo de una concha, entre las olas, da paso al Baño de las 9 olas, que se celebra en las noches de plenilunio en la playa de la Lanzada, en la parroquia de Noalla, Galicia. La mujer estéril es poseída por 9 olas del mar. En Mogador se hacía un rito parecido de 9 olas. Algo idéntico ocurre en Aglou e islas Kerkenas en Marruecos, aquí el numero de olas solo es de 7, en el solsticio de verano y los dos días siguientes. Curiosidad es que en diversos lugares de África del Norte para evitar su boda a la novia se la tiraba agua con la que se había lavado a un muerto. El sortilegio se rompía cuando la novia, desnuda, se bañaba en 7 olas sucesivas, bebiendo además un poco de agua de cada una de ellas. Los baños en fuentes y manantiales son mas frecuentes y menos aparatosos. Los matrimonios vascos sin hijos iban a la ermita de San Elías (Oñate) y tomaban baños de asiento, lavando ropas de niños, que luego tendían en las zarzas. Más practico y seguro parece ser el método de Mula (Murcia), en los que la mujer estéril practicaba el coito durante el baño. Los baules, tribus del oeste de África, celebran ritos de fecundidad haciendo ofrendas a los espíritus del agua. Algunas fuentes dedicadas a Santos tenían fama de vencer la esterilidad: Ana de Austria, esposa de Luis XIII, fue a Forges-les eaux porque sus aguas ferruginosas eran fecundadoras. En Lanty, Francia, las mujeres se lavaban los senos con el agua que tenía fama de fertilizador. Asimismo, las mujeres de Cáceres se lavaban los senos con el agua donde se hubiese sumergido una medalla de la Milagrosa o una imagen de San Ramón Nonato. En Gouzet, Francia, las mujeres, con el corpiño desabotonado, dan tres vueltas alrededor de la capilla de Nuestra Señora de Treguron, lavándose los senos cada vez que pasan por la fuente. En Bretaña y Limousin se creía que si los hombres hacían los mismos actos que las mujeres en estas fuentes tendrían senos parecidos a los de las mujeres. Algo similar ocurrió con una mujer estéril que acudió a un espíritu de las aguas y este le dio una manzana que le curaría de su mal. Pero ocurrió que dejó la manzana sobre la mesa y el marido se la comió, obteniendo unos senos espectaculares. Más atrevidas fueron las mujeres de Plombieres, que sentadas, desnudas, en el manantial, hacían caer el agua sobre su sexo. En la India, durante la noche de Diwali o fiestas de las lámparas, las mujeres que deseaban ser estériles preparaban un baño con las aguas de siete fuentes diferentes.

En relación con los ríos, las jóvenes de Troya ofrecían su virginidad a cambio de no ser estériles, gritando al río: "Escamandro, toma mi virginidad". De igual manera ocurría en el río Meandro. Según Pausanias, la diosa Hera, esposa de Zeus, recuperaba su virginidad bañándose en la fuente Kanathos. Hace muy poco una conocida "artista" española recuperó su virginidad mediante una operación quirúrgica, lo que no deja de ser un milagro, pero esta vez de la técnica. Las extremeñas de las riberas del Tajo pedían la fecundidad tomando baños impares en el río a la luz de la Luna. Nueve inmersiones debían hacer los días pares, antes de la salida del sol.

Las mujeres sirias se bañaban en las aguas calientes del Oronte para ser fecundadas por los santos y los djinn. Las mujeres palestinas confiaban su fecundidad a los Baños de Salomón.

En el Convento de San Gumiel de Izán (Burgos), se ubicaba el pozo milagroso de Sta Casilda de Toledo, abogada de la fecundidad. Las peticionarias de hijos arrojaban al pozo una piedra por cada varón deseado y una teja por cada hembra.

Debo advertir al amable lector de los esfuerzos realizados para seleccionar actuaciones muy diferentes y abundantes, dejando constancia de que la información investigada y recogida es mucho más amplia.

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