La Provincia - Diario de Las Palmas

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Martes Santo

Un día hermoso y grande

La liturgia de la Palabra de Dios nos va adentrando a estos días grandes de nuestra vida cristiana, profundizando en los misterios centrales de nuestra fe en Jesucristo.

En la primera lectura del libro de Isaías, contemplamos cómo el Señor nos ha elegido: desde el seno materno el Señor me llamó? pronunció mi nombre. La elección, la llamada y nuestro nombre son conocidos por Él desde la eternidad, desde siempre. El seno materno es el lugar donde nuestro ser comienza a gestarse, usando una metáfora como la lana en el telar que va uniendo los hilos, para conseguir una pieza unida e íntegra. Nadie puede conocer ese espacio, sino Él. Dios hace nuestra historia, Él hace el camino, por eso llama, conoce quiénes somos y nos conoce con nombre. Conocer con nombre es síntoma de que Él trata con nosotros, mantiene una relación personal con cada uno de nosotros. No sólo eres siervo? sino que te convierto en luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra. Él quiere que nosotros seamos portadores de su luz y que dejemos que nos ilumine internamente.

El salmo nos recuerda que nuestra boca ha de contar la Salvación del Señor, contar lo que Dios hace cada día en mi historia, mi vida, en mis situaciones, y así tener motivos por los que dialogar y compartir con aquellos que necesitan que les hablemos de la Salvación de Dios.

El evangelio nos indica el cómo se encuentra Jesús "profundamente conmovido". Él siente y acoge lo que había cogido internamente a Judas. En este pasaje aparecen algunos rasgos de la comunidad de los doce con Jesús: la iniciativa de Pedro evidenciando su autoridad; la relación de particular sintonía de un discípulo con el Señor; la infinita delicadeza de Jesús, que, mientras señala a Judas el traidor, le ofrece un bocado de pan untado, signo de honor y deferencia última provocación del amor. Pero como Judas rechaza definitivamente responder al amor de Jesús, la suerte del Nazareno está echada. Una vez tomado el pan signo de la amistad y rechazado al Amigo, Judas no puede estar en el círculo de los discípulos: "salió inmediatamente? era de noche" la noche de la mentira, del odio que conduce a la soledad y al sin sentido, al sistema del mal. Jesús explica lo que está sucediendo. Ahora que Judas sale para entregar a Jesús, el Hijo del hombre es glorificado. Y es Dios glorificado en él porque, en la entrega del Hijo en la Cruz, manifiesta su amor sin límites a la humanidad. La hora de la muerte y la de la resurrección constituyen, juntas, la hora única de la gloria, de la espléndida manifestación de Dios, que es amor. Con el versículo 33 comienza el discurso de despedida de Jesús a los discípulos. Sabe que dejará un vacío imposible de llenar aunque necesario y no definitivo, como aparece en la respuesta a Pedro. Pero en su generosidad intempestiva, Pedro no soporta esperar y dice estar dispuesto a dar la vida con tal de seguir al Señor. Precisamente aquí se revela la necesidad de la separación de Jesús: sin la fuerza que brota de su pasión y resurrección, sin la presencia del Espíritu, nadie está en disposición de seguir a Cristo: "Antes que el gallo cante?". En definitiva, para Jesús, Judas el traidor sigue siendo el amigo que le brinda un último gesto de predilección y de misericordia: "aquel a quien yo dé el trozo de pan? y mojándolo se lo dio a Judas". Para cada uno de nosotros, que llevamos dentro las tinieblas de Judas, las frágiles corazonadas de Pedro y esperamos en el amor de Juan, para cada uno de nosotros no cesa de ofrecerse a sí mismo, porque nos ha amado hasta el extremo. Ésta es su gloria: mostrar el rostro desfigurado por el sufrimiento que el amor de Dios es fiel, siempre que el amor vencerá a la muerte. Es más, ya la ha vencido. Jesús no se cansa de iluminar nuestras oscuridades interiores y personales. Nuestra Diócesis celebra la Santa Misa Crismal, en la que el Obispo consagra los Óleos Sagrados para el sacramento del Bautismo-Confirmación (óleo del catecúmeno), Unción de enfermos y Santo Crisma para Bautismo y el Orden Sacerdotal. En esta misma celebración los sacerdotes renovaremos nuestras promesas sacerdotales. Es un día hermoso y grande de Comunión con toda la Iglesia de Canarias.

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