La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión

La Luz busca una decisión acertada

Nuestro puerto se halla ante una disyuntiva que repercutirá en nuestra ciudad de una forma traumáticamente histórica si no se resuelve con inteligencia.

La idea de colocar un taller-astillero para megayates junto al acuario en los muelles de El Refugio y Pesquero dará al traste con la pretendida conexión Puerto-Ciudad, pues sería la peor conexión imaginable pervirtiendo torpemente las extraordinarias posibilidades del istmo.

El razonamiento de que Palma de Mallorca y Barcelona lo tienen no es excusa ni razón para colocarlo en el istmo, porque en Gran Canaria los aventajamos en condiciones y podemos evitarlo. No tenemos que cometer los mismos errores que otros.

Con un vistazo en Google a estos dos puertos resalta sobremanera que, en Palma de Mallorca, la antiestética marina seca y varaderos es tremendamente grande y desproporcionada en comparación con el resto de la ciudad. Si no existiese tal explanada, el paisaje de su bahía ganaría en gran medida. No pensaron o no tuvieron otro sitio donde colocarla. En Barcelona, por su parte, el canal de navegación para entrar en ella es de 140 metros de ancho alternado con buques de gran tonelaje.

En Gran Canaria gozamos de la gran ventaja de poder trasladar esos talleres-astilleros al puerto industrial de Arinaga, donde hay sitio suficiente para su desarrollo desahogado y, lo que es más importante, la cuenta de resultados de ese puerto por fin daría números positivos. Hoy no los da. Sería pura estrategia comercial como dato añadido de no poca importancia.

Con ese traslado nos quedan libres dos muelles como son El Refugio y el Pesquero a los que hay que darle uso portuario y el desafío de crear un entorno agradable que complemente La Estación de Cruceros, El Acuario y la conexión con la Ciudad.

La solución parece estar en darle uso como la deseada ampliación del muelle deportivo. Ahí se pueden colocar las embarcaciones deportivas de estancia prolongada, que son la mayoría que hoy ocupa el actual muelle. Su tráfico es mínimo y normalmente no coincide con la entrada o salida de los cruceros que se producen a primera hora de la mañana y últimas horas de la noche. Su canal de maniobra es de 350 metros en la parte más ancha y la misma que Barcelona en la parte más estrecha.

Con esos barcos atracados en esos muelles se establecería un paisaje de ensueño acorde con Las Canteras, anexa y punto de partida para la recuperación de toda la zona circundante hoy deteriorada.

Para una embarcación de este tipo, trasladarse desde su atraque en el Istmo a Arinaga para repararse es insignificante; de hecho, cuentan como sus futuros clientes los que atraviesan el Atlántico.

La otra opción de colocar en el istmo un taller-astillero es catastrófica, la antiestética marina seca, barcos sujetos con burras, sopletes, lijas, grúas, fosos, railes y naves industriales y todas las maniobras propias de un taller son totalmente incompatibles con lo que nos han hablado de la idílica conexión Puerto-Ciudad.

Llevamos décadas desalojando el istmo de almacenes, talleres, cocheras y también astilleros. Es irracional que ahora que lo tenemos expedito y presto a ser una de las mejores zonas de la ciudad vengan con actitud ciega a colocar unos astilleros que hace años quitamos de allí porque estorbaban, entre otras cosas, el desarrollo urbano.

Este proceder denota ostensiblemente que las autoridades implicadas no han captado el extraordinario porvenir de ese enclave, y exige un replanteamiento con más rigor y benefactor para Las Palmas de Gran Canaria.

Por otra parte, el que se plantee como opción colocar un aparcamiento en superficie en el muelle Sanapú para aparcar unos coches que tendrían que tener vetada la entrada en un Sanapú peatonal denota un estilo francamente preocupante de salir del paso. Esa zona es la parte más estrecha de la ciudad con gran porvenir, no se puede dilapidar de esa forma incongruente un terreno tan escaso y tan valioso.

La vecindad antinatural de un acuario de ocio ciudadano, una estación de cruceros por donde paseará el turista ávido de paisaje e imponerles un taller-astillero de barcos es un despropósito de tal envergadura que se hace imprescindible el replanteamiento y rendición de responsabilidades de todo este planteamiento.

Temiéndome esto, puse una alegación en noviembre de 2013 a este desatino y ésta fue aceptada parcialmente, pues se evidenció daño en impacto ambiental y paisajístico; debido a ello, las firmas optantes a este astillero han de presentar un proyecto más detallado, pero anticipaba la muy difícil eliminación de efectos adversos.

Ruego a las autoridades incursas en este embrollo que se replanteen todo esto de nuevo en beneficio de todos porque todos saldríamos ganando con la opción Arinaga.

En Arinaga, la Autoridad Portuaria cobraría sus tasas y ese puerto tendría números positivos. En Arinaga, los optantes trabajarían con más libertad y espacio siendo un puerto industrial. Y en Arinaga, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria ganaría un impulso de desarrollo con unas posibilidades fuera de lo común en un istmo abierto al ciudadano.

Tenerife está construyendo el puerto de Granadilla para dedicarlo a las actividades más molestas y dejar Santa Cruz más habitable y turísticamente más confortable.

Bilbao se reconvirtió de oscura ciudad industrial a atractiva ciudad turística liberando antiguos espacios fabriles hoy ganados a la ciudadanía.

¿Cómo vamos nosotros a ir en un suicida sentido contrario teniendo Las Canteras como vecina? El Puerto de la Luz relanzó a la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y le dio vida en el aspecto comercial, turístico e intercambio cosmopolita de ideas, y así ha de seguir siéndolo.

Pero si en el aspecto industrial acomete actividades que la ciudad no pueda digerir y la degradan, como unos talleres-astilleros en el istmo o la abortada y fatal incineradora de biomasa, entonces acabará matándola. ¡El proyecto de biomasa aún no ha sido derogado por el Gobierno Canario! ¡Dos informes sanitarios la rechazan categóricamente por riesgo sanitario! ¡Por si fuera poco, es inasumible paisajísticamente!

Libre de talleres, el muelle de El Refugio podría contener espacios ajardinados con paseos ciudadanos y establecimientos hosteleros de todo tipo, pero sobretodo un tributo a los hombres que engrandecieron el puerto de La Luz y nuestra ciudad. Sería la creación del Pabellón de Grancanarios Ilustres que haría un correlato breve de sus biografías y traslucirían de esa manera nuestra historia y el ciudadano aprenderá a amarla.

Nuestra ciudad y el puerto se hicieron con el esfuerzo, tesón y entrega generosa de muchos grancanarios que las generaciones actuales deben conocer y valorar su ejemplo.

Sería una muestra para ciudadanos de todas las edades, pero principalmente de los escolares y estudiantes que conocerían que hubo detrás de cada uno de esos nombres que suenan al oído, pero de ellos no saben nada.

Es urgente un replanteamiento de todo este despropósito que parece ideado para destrozar la ciudad y el istmo. Habría que completar la lista con la reseña de personajes y compañías extranjeras que sin su participación esta historia no hubiese sido posible; tales fueron: Tomas Miller, Alfred L. Jones, Hamilton, Blandy, Leacock, Elder Dempster, Woermann, Fyffes?

Y, entre 1800 y 1825, grancanarios como Salvador González de Torres y Real (1801- 1862); Domingo J. Navarro y Pastrana (1803-1896); Agustín del Castillo Bethencourt (1805-1870); Domingo Déniz Crech (1808-1877); Sebastián Suárez Naranjo (1808-1882); Manuel de León y Falcón (1812-1886); Juan Evangelista Doreste (1814-1851); Cayetano de Lugo y Eduardo (1817-1897); Antonio López Botas (1818-1888); y Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara (1819 -1871).

Entre 1825 y 1850, Juan Padilla Padilla (1826-1891); Juan María de León y Joven (1828-1882); Amaranto Martínez de Escobar y Luján (1835-1912); Agustín Millares Torres (1835-1912); Ignacio Pérez Galdós (1835-1905); Gregorio Chil y Naranjo (1831-1901); Pedro Bravo de Laguna y Joven (1832-1896); Miguel de Rosa y Báez (1835-1887); Juan de León y Castillo (1834-1912); Salvador Cuyás y Prat (1838 - 1913); Julián Cirilo Moreno y Ramos (1841-1916); Benito Pérez Galdós (1843-1920); Víctor Grau Bassas (1846-1917); Felipe Massieu Falcón; Diego Mesa de León (1837-1915); Fernando León y Castillo (1842-1918); Luis Antúnez Monzón (1845-1915); Fernando Inglott Navarro (1847-1924); y Ambrosio Hurtado de Mendoza (1850-1922).

De 1850 a 1875, Vicente Llorente y Matos (1857-1916); Francisco Gourie Marrero (1857-1938); Juan Alvarado del Saz (1856-1935); Juan de Quesada y Déniz (1857- 1919); Eusebio Navarro y Ruiz (1859-1906); Andrés Navarro Torrent (1853-1926); Juan E. Ramírez Doreste (1861-1932); Antonio Artiles Ortega (1858-1916); Vicente Ruano y Urquia (1852-1924); Luis Millares Cubas (1861-1926); Agustín Millares Cubas (1863-1935); Prudencio Morales y Martínez de Escobar (1867-1921); Rafael Ramírez Doreste (1868-1927); Bernardo de la Torre Comminges (1870-1929); Francisco Gourie Marrero (1857-1931); José Franchy y Roca (1871-1944); Domingo Doreste Rguez "Fray Lesco" (1868-1940); Alejandro Hidalgo y Romero (1851-1930); Bartolomé Apolinario y Macías (1856 -1929); Federico León García (1860-1928); y Emilio Ley Arata (1868-1950).

De 1875 a 1900, Leopoldo Matos Massieu (1878-1936); Nicolás Wenceslao Benítez Inglott (1879-1955); Nicolás Massieu Matos (1876-1953); Rafael Mesa y López (1885-1924); Tomas Morales Castellano (1885-1921); José Mesa y López (1877-1951); Felipe de la Nuez Aguilar (1878-1950); Néstor Martín Fdez de la Torre (1887-1938); Juan Negrín López (1892-1956); Tomás Quevedo Ramírez (1894-1935); y Matías Vega Guerra (1905-1989).

Compartir el artículo

stats