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El mundo actual

El libro de papel no quiere pasar página

Los libros de papel no sólo se resisten a morir: están más vivos que nunca. No son falsas ilusiones de los que se niegan a pasar página y rendirse a los lectores electrónicos. Amazon, que ya tiene una librería en Seattle con un catálogo físico de entre 5.000 y 6.000 títulos seleccionados según los pedidos de los internautas en la web y sus valoraciones, tiene la intención de abrir entre 300 y 400 librerías físicas en Estados Unidos. Otro imperio virtual como es Google se lanza a una aventura en la que la tecnología se da la mano con el tradicional libro físico para encontrar un punto en común que satisfaga a todo tipo de lector. ¿Cuál es la idea? Un proyector colocado en el lomo del libro permitiría que éste tuviera una parte donde se proyectarían distintos elementos como si de realidad virtual se tratara, sin necesidad de gafas especiales.

En la lucha por unir tradición y tecnología hay un modelo pionero: Seebook. Se trata de una tarjeta que reproduce la cubierta y contracubierta de la edición en papel de un libro concreto. De esa forma, el comprador puede seguir visitando las librerías físicas para buscar los títulos que desee, pero preparados en su interior para los últimos adelantos. La tarjeta contiene un código QR o alfanumérico que conduce al comprador a una aplicación desde donde se descarga el libro deseado. Tras escribir su dirección de correo electrónico y elegir qué formato le viene mejor, el enlace llega a la bandeja de entrada, listo para la descarga.

De esta forma, el libro digital deja de ser un mero e impersonal archivo y pasa a tener una parte física (algo así como el envoltorio) que se puede regalar o que permite pedir al autor que lo firme, algo que con el ebook que conocemos es imposible. No es lo mismo que un libro de papel de los de siempre (los que gustan de oler las páginas y la tinta no podrán hacerlo... de momento) pero sí da un plus de fisicidad y singulariza el objeto. Además, sobre todo en el caso de editores independientes de autores que se autoediten, existe la posibilidad de presentar la obra digital y vender en el mismo acto la tarjeta para comprarlo. Y no conviene desdeñar el detalle de que la exigencia de un correo electrónico de contacto facilita la creación de un banco de datos de posibles compradores. Principal obstáculo: la red de distribución aún está en paños menores.

Mientras se buscan ideas nuevas, la batalla entre libro de papel y ebook no presenta un ganador claro a medio plazo. En 2010, los expertos auguraban que en 2017 el ebook dominaría el mercado editorial. El informe de la Unión Europea sobre el mercado del ebook en Europa o el de la revista The Bookseller han tirado por tierra esas previsiones. Las principales editoriales británicas sufrieron caídas del 2,5% el año pasado en ventas de libros electrónicos, sin superar el objetivo previsto de 50 millones de unidades. En España sucede algo parecido: el ebook no despega y el libro de papel sí presenta una ligera mejoría. ¿Motivos? Los expertos destacan el alto precio de los libros electrónicos, tanto por el temor de las grandes empresas editoriales a que la muerte del papel les deje sin la mayor parte de los ingresos actuales como por la piratería, que en el caso español es especialmente activa y dañina.

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