La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Domingo de Resurrección

Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo". Así canta la Liturgia de la Iglesia en la noche santa de la Pascua, el centro de la vida cristiana: ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! Sin este acontecimiento, nada sería igual.

Uno de los signos más hermosos de la Vigilia Pascual es el de la luz. En medio de la noche, que representa las tinieblas del pecado, del egoísmo, de la indiferencia?en definitiva, de la muerte, se enciende un fuego, fuera de la iglesia, que alumbra y da calor. Ese fuego es bendecido y de ese fuego se enciende el cirio pascual, que es el signo de Cristo resucitado y glorioso. Ese cirio encendido rompe la oscuridad de la iglesia, que permanece a oscuras. De su luz encenderemos los pequeños cirios que llevamos los que participamos en la vigilia de pascua. En poco tiempo la oscuridad en la que estábamos deja paso a un espectáculo de luz. Hemos recibido una luz que no proviene de nosotros, pero que nos permite ver dónde estamos, ver el rostro de los que están con nosotros.

El cristianismo no puede convertirse en una ideología más, o en un proyecto utópico de personas voluntariosas. El cristianismo surge de un encuentro con una Persona viva y real: Jesucristo. "Yo soy la luz del mundo", dijo Jesús de sí mismo. Por mucho que pensemos que la violencia, la corrupción, el mal? dominan el mundo, los cristianos sabemos que la última palabra la tiene la paz, la luz, la vida, el bien. Esta luz que ha iluminado al mundo la queremos transmitir a todos. La fe se transmite por contagio, por contacto que ilusiona.

A partir de esta noche, la Iglesia celebra durante cincuenta días la fiesta de Pascua. Son días para renovar y revivir el gozo de sabernos amados por un Dios que no nos deja en la cruz ni en la muerte, sino que nos rescata y nos salva.

Son muchas las noticias negativas que nos llegan. Celebrar la Pascua significa confiar en que a pesar de todo eso, el corazón humano es capaz de levantarse hacia lo más alto. Nuestro mundo no va hacia la nada o hacia la autodestrucción. Nuestro mundo, guiado por la mano de Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, camina hacia la resurrección. Pero esta resurrección de vida tiene una puerta para entrar. Tiene forma de Cruz. Es la puerta del servicio y de la entrega a los demás. Es la puerta que Cristo nos ha mostrado.

¿No te gustaría participar de ese gozo y esa alegría que llena el corazón y la transmite a los demás? Mira en lo más profundo de tu alma, y verás que por mucha oscuridad que creas que hay, sigue brillando una pequeña luz. No se apagará. Confía y camina con el resplandor de esa luz. Te espera alguien que te quiere, que no dudó en pasar por la cruz para que tú y yo tengamos vida para siempre.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! ¡Aleluya!

Compartir el artículo

stats