La Provincia - Diario de Las Palmas

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¡Qué tiempos aquellos!

Cartelera cinematográfica

Se acuerdan cuando en todos los periódicos de la ciudad se le dedicaba una página entera a la popular Cartelera cinematográfica? En ella se anunciaban todos los cines de nuestra ciudad y barrios colindantes. En la década de los cincuenta un poco antes y después, había un total de 25 salas de cine.

En el barrio de San José estaba Torrecine, en el de Vegueta, el Vegueta, el San Roque en el barrio del mismo nombre, en la zona del Puente de Piedra, el Avellaneda, al final de la calle, el Cairasco, en la calle Mayor, el Cine Triana, frente a Correos, el Hollywood -luego se llamaría Avenida-, en la calle Perdomo, el Popular, Pabellón Recreativo, el Cuyás en la calle Viera y Clavijo, en Tomás Morales el cine Capitol, más abajo el Rex, en León y Castillo, el Royal Cinema; en la zona de Arenales el cine Carvajal y el Colón. En Ciudad Jardín no había cine, como tampoco en los barrios de San Nicolás, San Juan y San Antonio. En la Ciudad Alta había tres cines: el Plaza, el Apolo y el Cine Sol.

En las Alcaravaneras estaba el cine Goya; cerca de Mesa y López, el Rialto y el Bahía. En la zona del Parque Santa Catalina, el Pabellón Santa Catalina. En Guanarteme, en la calle del mismo nombre, el cine Astoria y, al final de la calle, el cine Guanarteme. Ya en el Puerto, al lado del Mercado, el popular Cine Viejo y en la calle Ferreras, en La Puntilla, el Teatro Cine Hermanos Millares. En La Isleta, al lado de la Plaza de España, el cine Victoria. Estos eran todos los cines que había en nuestra ciudad en los años cincuenta y tantos.

Los más emblemáticos eran el Royal Cinema, el Avenida, el Cuyás y el Avellaneda. Eran de rigurosos estrenos y los más caros. Solían poner enormes cartelones publicitarios a todo color que se cogían casi toda la fachada del cine.

El Pabellón Recreativo era muy popular entre la chiquillería de los barrios altos. Estabas como Pedro por tu casa. Podías hacerlo hasta descalzo. Este singular cine estaba sobre la azotea de unos locales comerciales y para acceder a él tenías que subir una empinada escalera que más de uno se acordará de ella...

Era como una especie de almacén hecho a base de maderas y latones. Cuando llovía, el ruido que hacía el agua sobre el techo, que era de planchas, aparte de las goteras, no podías oír la película. El excelente periodista de LA PROVINCIA Jorge Agustín Alemán Hernández -Pepe Alemán para los amigos- en su popular columna Cuasi, cuasi cincuentones lo bautizó como el "Pabellón Restregativo". Y es que al final de la sala había cuatro filas de sillones y las parejas que solían ocuparlos no veían la película completa. ¿Me entienden?...

Otro cine atípico era El Sol, en la Ciudad Alta, se inauguró sin techo. En invierno, los pocos asistentes que iban, lo hacían con mantas y paraguas y cuando llovía solían ver la película desde los pasillos de la entrada. Cuando le pusieron el techo lo hicieron con planchas y el ruido era de película.

Algunos cines, entre ellos el teatro cine Hermanos Millares, el Avellaneda, el Cairasco y también el cine Victoria, solían celebrar los domingos al mediodía ´Desfile de variedades´ con destacados artistas locales como: Momy Diepa, Miguel de Ronda, Lidia Guillén -luego sería la internacional Lea Zafrani-, Solta Ojeda, Dorita Carrasco, Mery Malde, Félix de Granada, Pepe Monagas y hasta Mary Sánchez.

Había varios cines que solían poner dos películas -sesión doble- al precio de una, otros como el Pabellón Recreativo que celebraba los "Viernes Fémina" a precio reducido para las mujeres. Algunos ponían la película al mismo tiempo en dos cines a la vez. Para ello se valían de un motorista que traía y llevaba los enormes rollos según se iban proyectando. Las películas eran o autorizada para mayores o tolerada para menores.

Ir al cine en aquella época era todo un acto social, la gente se "empaquetaba" para la sesión de la noche e iba en pareja, los novios siempre acompañados por la madre de la novia, por una hermana o sobrina.

En sitios específicos de la ciudad los cines como el Cuyás, el Royal, el Avenida... colocaban unas carteleras fijas anunciando los estrenos.

El Torrecine tenía una peculiar forma de anunciar sus películas. El popular ´Caña dulce´, el primer hombre anuncio de la ciudad, la recorría a la ´Pata pelá´ con su megáfono de hojalata a grito pelao. Era la forma más directa de llegar a la muchachada.

Con la llegada de la televisión la gente, el pueblo llano y soberano, ¡Soberano que coñac!, empezaron a comprar televisores, la mayoría a a plazos, y el que no tenía iba a casa del vecino a ver las películas. Más tarde llegaron los videoclubs y acabaron con las cinematográficas. Fueron desapareciendo de uno en uno hasta su total extinción.

Intentaron resurgir algunos, convirtiéndose en multicines, pero solo fue un intento.

He de significar que los populares videoclubs, que crecían como el "hierba huerto" por todas partes, convirtiéndose en un negocio redondo para muchos, para muchos dejó de serlo debido a que la muchachada se dio cuenta, le cogió el truco y en cada bloque de viviendas dos alquilaban las películas que pagaban entre todos y las veían todo el bloque pasándoselas de unos a otros.

Los videoclubs también fueron determinantes en la desaparición de los cines. Seguimos viendo cine pero sin el sabor de antaño, de forma muy diferente.

Yo personalmente, siento y añoro no poder ir al Pabellón "Restregativo", subir la empinada escalera para ver a los hermanos Marx, el Gordo y el Flaco, Cantinflas o ¡Qué verde era mi valle!...

Si como dicen algunos, cualquier tiempo pasado fue mejor, yo me apunto.

¡Qué tiempos, aquellos tiempos!

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