La Provincia - Diario de Las Palmas

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Dos veces breve

El cumpleaños

Aunque el ego tiene en general mala prensa, sin ego no somos nadie. Los hay de todos los tamaños, formas y colores, pero cada cual tiene el suyo. Al ego hay que cuidarlo para que no se malogre, pues un ego castigado o desviado puede hacer mucho daño, a uno mismo y a los demás, pero tan importante como eso es llevarlo bajo control, pues si el ego nos puede ya no lo tenemos, es él quien nos tiene. En algunas personas el ego crece con la edad, y entonces el peligro es mayor, pues la merma de controles propia de los años debilita las defensas contra el ego, y le puede poner a uno en la picota. Una buena profilaxis que evite este mal de la gente provecta consiste en reeducar el ego, para que se vaya ajustando, más o menos, al tamaño del tiempo que le queda a uno. Los peores enemigos para esa terapia son los ególatras de ego ajeno, que suelen ir de amigos, y a veces hasta lo son.

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