La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El callejón del gato

Al acecho

Mirar algo o a alguien con mucha atención, o lo que es lo mismo mirar con disimulo o con cautela de no ser descubierto; esto, no otra cosa, es lo que hace Podemos en materia de terrorismo, es decir, asistir de libre oyente a las reuniones del pacto antiterrorista pero sin suscribir el mismo por aquello de no querer asumir que al terrorismo se le combate, no se le observa. Lo malo no es que no suscriban dicho pacto, que ya lo es, lo preocupante es que actúan de la misma manera con todas aquellas iniciativas que no se les han ocurrido a ellos.

Parece que están al acecho permanente, para cambiar cada dos por tres todos los mecanismos que tiene el Estado, sin percatarse de que no se puede cambiar de modelo socioeconómico cada cuatro años sin tener en cuenta las consecuencias que ello acarrea. Lo he dicho hace un par de sábados en mi columna, que ya está bien de tomarles el pelo a los ciudadanos y no esperar a agotar un plazo para convocar nuevas elecciones y dejar de ir de plató en plató retorciendo los argumentos sin dar más de sí, no salen las cuentas se miren por donde se miren.

De igual manera que Podemos asiste de observador en los foros antiterroristas, el resto de los partidos está a verlas venir con respecto de sus rivales por aquello de que cuando se dice una cosa, automáticamente dicen la contraria sin pararse a mirar si la idea en sí es buena o no. A propósito de todo esto ¿qué partido en Europa sería homologable a Podemos? Después de mucho buscar solo se me ocurre el de Alexis Tsipras pero, bien mirado, este último comparado con el primero se parece más al Frente Nacional de Jean Marie Le Pen que a otra cosa.

El terrorismo está al acecho de las democracias europeas para observar de qué manera puede acabar con la forma de vida occidental que a ellos no les conviene porque entre otras cosas, en Europa ni se lapida a las mujeres ni se tira de las azoteas a los homosexuales.

Ahora ya no son lobos solitarios como antaño, son células perfectamente organizadas, muy difíciles de detectar y, menos, neutralizar. Son europeos, nacidos y educados entre nosotros; no obstante, matan a sus propios conciudadanos.

Paradigma de todo esto es Bélgica, donde las autoridades son incapaces de detectar dónde se encuentran los posibles terroristas dentro de los diferentes distritos, a lo que, por si fuese poco, los policías no pueden penetrar en ese entramado de redes perfectamente pertrechadas. Un país, con la que está cayendo, en el que no se puede practicar ninguna detención después de la diez de la noche... se lo tiene que hacer mirar.

El mal llamado Estado Islámico es más bien un Estado virtual donde internet es más de la mitad de sus propio territorio. Se ha contemporizado y no combatido, como ya reclamó el presidente Hollande hace un tiempo con motivo de los atentados de París. ¿Qué vamos hacer mientras tanto? ¿Mirar para otro lado? O, quizás, lo que es peor, esperar sentados a ver cuándo y cómo se producirá el próximo atentado, con el temor de ver si se bate un nuevo récord de víctimas mortales.

Si los propios islamistas no toman parte activa y no limitarse solamente a condenar los atentados poco habremos avanzado, es más, se estará retroalimentando la islamofobia enfrentando a unos contra otros máxime cuando nos consta que el islam no es eso.

Nada causa tanto pesar al espíritu humano como el que, después de una rápida sucesión de acontecimientos que le llevan un estado de congoja, se sucedan la mortal calma de la inacción y la certeza de lo irremediable, condiciones que le privan de experimentar tanto el miedo como la esperanza.

Compartir el artículo

stats