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Cada cosa en su sitio

El cambio según los sondeos

La lectura de las encuestas políticas exige prudencia, pero algunas de las últimas abonan la desgana de casi todos los partidos ante una repetición electoral que dejaría las cosas como están, con ligeras o sensibles pérdidas de tres de los grandes y mejora exclusiva de Ciudadanos. El escenario de abstención reflejaría el cansancio ciudadano y la mayoría pactada tendría las mismas opciones que ahora. En definitiva, las urnas-bis no tendrían sentido. Los millones de euros que se tragan, sumados al coste del parón económico de los tiempos muertos de la política, serían dinero tirado y recursos perdidos. Por poco que los actores se fíen de los sondeos (propios y ajenos), en el tiempo que queda hasta la reglamentaria disolución de las Cortes son de esperar movimientos propicios a la investidura presidencial.

La resistencia de Rajoy a salir de la contienda parece ser "impedimento impediente" para el protagonismo del PP en la negociación de una mayoría. La creciente fuerza de Ciudadanos y su apertura con condiciones a un pacto con el PSOE y Podemos mitigaría tal vez el recelo de la derecha sociológica ante un gobierno sin participación de los populares. Parece claro que las cesiones de parte y parte en exigencias hasta ahora "irrenunciables" ayudaría eficientemente a romper el impasse de la investidura y evitar que la segunda cita con las urnas dilate sine díe la provisionalidad que desprestigia a los poderes legislativo y ejecutivo, la fatiga del cuerpo electoral y la imagen de ingobernabilidad que proyectan al exterior los tiquismiquis domésticos y las pretensiones de hegemonía en el poder.

El casi mítico "cambio" no necesita ser pendular. Por el contrario, un buen entendimiento entre las fuerzas de centro, socialdemócratas y de izquierda daría prueba de madurez y sintonía con la hora del mundo, en cuyas áreas desarrolladas no queda un solo gobierno exclusivamente izquierdista, mientras que algunos de mayoría centrista se moderan cogobernando con socialdemócratas. Eso sí, priorizando los objetivos sociales a todos los niveles, reduciendo la insostenible desigualdad y garantizando los niveles de bienestar amenazados. Objetivos, en suma, que defienden Ciudadanos, el PSOE y Podemos con distintas intensidades, conciliables en la voluntad de activar la llave de arranque de este país, paralizado por algo tan legítimo como el mandato de una sociedad que sale escaldada de la mayoría absoluta y ha dado juego a dos fuerzas nuevas para pilotar un cambio de progreso, pero no revolucionario.

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