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Entre bastidores

Estoy pensando en regalarme una 'offshore' en Panamá

Estoy pensando en crear una empresa offshore en Panamá. He leído que sólo cuesta mil euros. Entre varios los podríamos juntar. ¿Para hacer qué? Pues para salir en los Papeles de Panamá, en las filtraciones de millones de documentos, en las revelaciones del consorcio de periodistas de investigación, en las listas divulgadas por La Sexta y El Confidencial.

Para formar parte de la élite mundial, para ser miembro del mismo club que desvergonzados presidentes de república y reyes de reinos con muchos petrodólares y cero derechos humanos. O para poder saludar Leo Messi y Pedro Almodóvar con un "Eh, colega, ¿hace una cerveza en una terraza del Canal?" Para disfrutar del placer de que amigos, compañeros, conocidos y saludados me miren con una mezcla de respeto, admiración, envidia y reprobación moral. "¡Este tiene una offshore en Panamá!" "Anda, y parecía que no iba a llegar a nada en la vida".

Para lo que no me sirve la sociedad panameña es para esconder un duro, porque todos los que tengo son perfectamente conocidos y controlados por Hacienda. Mis ingresos provienen de la nómina que me paga la gente que me contrata para trabajar, y algún minúsculo rendimiento de algún modesto ahorro lentamente acumulado a lo largo de la vida, rendimiento que la crisis y la política de dinero barato hacen que tienda a cero, cuando no a negativo. Hacienda lo sabe todo de mí, tal vez más que yo mismo. Si abriera una sociedad offshore en Panamá, o en las Islas Vírgenes, o en las Caimán o en las Lagarto, da igual, y Hacienda fuese a investigar, como mucho conseguiría que un inspector me citara para reñirme: "¿Se puede saber por qué nos hace perder el tiempo?" Seamos sinceros: lo que nos fastidia de los Papeles de Panamá es que quienes salen en ellos tienen fortunas para esconder y nosotros, los simples mortales, tenemos retenciones en origen incluso si pedimos limosna por las calles.

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