Conocí a Germán Copini cuando acaba de estrenarse con éxito como solista de Golpes Bajos. Me costó comprender cómo aquella persona sensible, casi tierna, había sido el cantante y líder del grupo vigués Siniestro Total en su primera época, y también la más dura. Todos sus conciertos acababan igual, a golpes, insultos y escupitajos entre el público y la banda. Recuerdo uno especialmente peligroso, en la sala Zeleste de Barcelona, en el que Copini tuvo que salir escoltado por Loquillo del escenario antes de que se lo comieran unos energúmenos del público. Así eran las cosas de la posmovida, o de la movida fuerte, y nadie se asustaba por ello. Copini triunfó después con Malos tiempos para la lírica, éxito que apuntaba por dónde iban a ir los gustos futuros y las decadencias y decepciones pertinentes. Pero había otra canción de Golpes Bajos, Cena recalentada que me ha venido estos días a la mente como sintonía ilustradora de los tiempos informativos que nos toca vivir, o que nos obligan a vivir. Como en la canción, llegamos siempre tarde a casa y con mala pinta, por eso nos ponen la cena recalentada y nos mandan a la cama. "¡Qué horas son estas!" decía Copini, qué horas son estas, parecen decirnos los grandes grupos de investigación periodística que en el mundo son. El domingo, la Sexta y El Confidencial se lucieron con la exclusiva internacional de los llamados Papeles de Panamá. Colocado el condumio en el mismo potaje, convenientemente aderezado en cada país con sus circunstancias de honradeces y corruptelas, suena todo de nuevo a gran escándalo, sin matices, donde solo importa situar cuantos más nombres de personajes famosos de todos los sectores, mejor. Si todo esto sirve para acabar de una vez con los legales paraísos fiscales, consentidos y no perseguidos como el propio Obama reconoció, bien recibido sea. Pero me temo que va a ser un plato más de cena recalentada de los muchos que llevamos: nadie va a poner en cuestión el sistema por unos garbanzos un poco quemados. La próxima vez se cuidarán un poco las formas, con vajilla nueva pero similar potaje. Supongo que los medios y periodistas que llevan trabajando un año en el asunto estarán orgullosos. Hacen bien, pero también lo harían si investigaran unos minutos por qué sale esto ahora y no hace dos o tres años. Y no cuestiono la fiabilidad de la fuente, sino la intención de la misma, que es algo muy distinto.