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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

Aquellos apellidos rusos

Querido amigo, María es una hija de Putin como su padre, que es hijo de Vladimir S. Putin. Tiene una hermana menor llamada Yekaterina, la otra hija de Putin y Lyudmila Putina, que fuera su esposa hasta 2013.

La señora Putina, de soltera Shkrebneva, se educó como lingüista graduándose en la rama de lengua española. El actual presidente de la Federación Rusa sigue sin pareja y, aunque se habla mucho de sus escarceos amorosos, no se sabe quién será la próxima señora Putina...

Sabrás, Gregorio, que en Rusia, Bulgaria o en la República Checa, las mujeres al casarse suelen tomar el apellido del marido, pero añadiéndole una "a" como sufijo.

Es como si en España la esposa del señor Pérez se llamara señora Pereza o la mujer de nuestro presidente: señora Rajoya (para los amigos Rajoyita).

Menos mal que en España no se utilizan estos patronímicos porque, de ser así, no sé cómo se tomaría mi amigo Antonio León que a su mujer la llamasen Paca Leona, y más cachondo todavía, que a la recatada y seria esposa de Paco Gil la llamaran Antoñita Gila... Tampoco me voy a quedar con las ganas de imaginarme a Doña Carmen, la mujer de tu amigo M. Soler que tiene más recorrido que el pasodoble Suspiros de España, la pudiésemos llamar Doña Carmen Solera... y olé.

De jovencitos teníamos en el colegio a uno de esos profesores que traían de la Península para darnos clase de Formación del Espíritu Nacional, una especie de asignatura fascista adornada con gimnasia y deportes. En aquella ocasión, el pobre hombre venía acompañado de su señora esposa, un pendón de mucho cuidado que en los círculos de la oficialía militar disimulaban muy malamente. Pero siempre había algún capullo ocurrente esperando una oportunidad, y en este caso fue el que ponía la megafonía y la música en la fiesta del día del director. Aquella fecha era la más adecuada para celebraciones y discursos y, cuando le tocó el turno a nuestro profesor, se fue hasta el escenario con paso firme y marcial. Entonces, no se le ocurrió otra cosa al de la música que poner un pasodoble torero. Parecía que el hombre iba luciendo su cornamenta entre los aplausos y la algarabía del público..., valiente hijo de Putin.

Pero volviendo a los apellidos rusos. Es sorprendente cómo las tenistas del este han levantado este deporte en todo el mundo... el deporte y otras cosas. No me dirás que no te ponen estas jovencitas. La verdad que, además de grandes deportistas, son unas mujeres preciosas. Debe ser que las alimentaron bien después de la Perestroika, porque le dan unos raquetazos a las pelotas que ya quisiera el mismísimo Boom Boom Becker. Casi todas acompañan sus golpes con un gemir que no se sabe bien si es de dolor o de placer... Una noche cuando estaba viendo uno de esos partido en televisión, se levantó mi mujer y entró al salón silenciosamente... se pensaba que estaba viendo una película porno.

Lo único feo que tienen estas jugadoras es el apellido. A quien se le ocurre llamarse Kulikova, Sharapoya o Sharapova o algo así como Gallina Voskobóyeva, siendo unas chicas tan delicadas y hermosas, será que nadie es perfecto.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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