El debate que rodea siempre a las obras atribuidas a Caravaggio empapa a un cuadro encontrado hace doce años en un trastero de Toulouse y cuyos propietarios presentaron ayer en París acompañado de un racimo de indicios y peritajes que apuntan a su autenticidad.

Mostrado por vez primera a la prensa, el cuadro, un óleo sobre lienzo de 144 por 173,5 centímetros, representa a Judith decapitando a Holofernes y tiene por delante camino para demostrar que salió de los pinceles del lombardo. Eso cambiaría la vida de esta tela encontrada en 2004 por casualidad en un falso techo de un trastero de la región de Toulouse, en el sur de Francia, cuando los propietarios de una casa se vieron obligados a cerrar una fuga de agua.

Pese a que el estilo y la temática apuntan a que se trata de un caravaggio, el pintor nunca firmaba sus cuadros y su obra fue objeto de infinidad de copias, lo que dificulta siempre la atribución de las mismas. Un gabinete lo ha tasado en no menos de 120 millones de euros.