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Papel vegetal

La internacional de la corrupción y el engaño

"El corolario del mercado fuera de la ley es el bandidismo. Su corolario dentro de la ley es la corrupción". Michel Rio (escritor francés)

Eso es lo que expresa también el filósofo esloveno Slavoj Zizek en un ensayo publicado en el conocido semanario alemán Der Spiegel en el que denuncia la perfecta simbiosis entre capitalismo y corrupción.

En su radical ensayo, titulado Pornofinanzas, Zizek, tan aficionado desde siempre a las paradojas, afirma que lo "más sorprendente de los papeles de Panamá es el hecho de que no contengan ninguna sorpresa".

Lo único que ha ocurrido es que se ha pasado de la abstracción a lo concreto: hemos visto "unas cuantas fotos obscenas, y ya no podemos seguir haciendo como si no supiéramos nada", explica el filósofo.

"Estamos ante el desvergonzado cinismo del orden global existente, cuyos representantes se hacen la ilusión de creer en sus propias concepciones de la democracia y los derechos humanos", escribe Zizek, quien agrega que "las revelaciones de Wikileaks y ahora de los papeles de Panamá aumentan nuestra vergüenza de consentir a tales gobernantes".

Los documentos revelados por un consorcio de periodistas de investigación de todo el mundo muestran dos realidades: la primera es la solidaridad de todos esos defraudadores: "en el mundo opaco del capitalismo global, todos son hermanos".

Y esa hermandad incluye lo mismo a gobernantes de países industrializados como el primer ministro británico o el ya dimitido jefe de gobierno islandés que al presidente ucraniano, a amigos de su colega ruso, a familiares del chino, a políticos o empresarios norcoreanos e iraníes, judíos y musulmanes: todos ellos se dan la mano.

Curiosamente, sin embargo, no aparecen prácticamente norteamericanos, algo que se han apresurado a denunciar rusos y chinos, porque Estados Unidos alberga en su propio territorio paraísos fiscales donde tampoco parecen preguntar nada a quien registra una sociedad: Delaware, Nevada, Wyoming o Dakota del Sur. Y el país capitalista por excelencia podría salir ahora incluso beneficiado.

Para Zizek, la cuestión es que quienes denuncian la persistencia de los paraísos fiscales en ningún caso ponen en cuestión el sistema que los tolera y ampara: esa vaca sigue siendo sagrada incluso para los "anticapitalistas" éticos del movimiento Occupy o del Foro Mundial Social.

La primera reacción al escándalo que suponen esas revelaciones es de tipo moral: ¿cómo es posible que haya tanta codicia e hipocresía en el mundo? ¿Es que se han perdido todos los valores en que se sustentaba nuestra sociedad?

Y, sin embargo, argumenta Zizek, habría que poner los focos en otra parte: en nuestro sistema económico. Los políticos, los banqueros y los gestores han sido siempre codiciosos y la pregunta que hay que hacerse ahora es "qué tiene nuestro sistema jurídico y económico que les permite ejercer esa codicia".

Se han producido muchas reacciones a los papeles de Panamá por parte de conservadores y liberales, que atribuyen lo ocurrido a los supuestos excesos fiscales del Estado social, que hace que empresas y particulares busquen la forma de eludir el pago de impuestos llevando su riqueza allí donde la presión fiscal es mínima o inexistente y que incluso en muchos casos lo hacen legalmente.

Lo que todo ello demuestra, según el filósofo, es que cada vez se difumina más la frontera entre las transacciones "legales e ilegales" -es cuestión muchas veces de interpretación- y que los propietarios de esas fortunas no son "monstruos", sino individuos que actúan como "seres racionales y tratan de proteger su riqueza".

Recurriendo a un conocido refrán -tirar al bebé junto al agua sucia de la bañera- Zizek afirma que "en el sistema capitalista es imposible deshacerse del agua sucia de la especulación y mantener sano y salvo al niño de la economía real".

"El sistema jurídico global del capitalismo se legaliza en su dimensión fundamental: la corrupción. La cuestión de dónde comienza el delito, es decir qué negocios financieros son ilegales, no es materia jurídica, sino eminentemente política: es una lucha de poder", concluye Zizek tajante.

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