La Provincia - Diario de Las Palmas

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¿Cómo dice?

Pues la verdad... ni lo sé. Ni creo que, salvo lo ya visto, haya nadie que tenga que decir como adivino lo que va a pasar.

En cosas del fútbol los adivinos se acabaron, porque además de no acertar ni lo más fácil, están tan lejos de la verdad como los que tienen la creencia de poder alzar el brazo y enseñar agarrados con la mano el título o la eliminación. Eso en el fútbol es difícil hasta cuando parece claro. Los taurinos dicen que hasta el rabo todo es toro y, por eso, y por favor, UD y tropa, agárrense firmes a la capa y sigan toreando bien hasta superar el récord de partidos sin perder. Récord que tenía Mamé León como entrenador, y que acaba de recordar Martín Alonso quitando las telarañas del tiempo en este diario.

Y no crean que se enrolla uno así porque el martes se daba al Madrid como sorroballado por el Wolfsburgo en la Liga de Campeones y resulta que se comieron a los alemanes como en tortilla española con las tres papas que de entre tantos artistas sacó de su huerta Cristiano... ¡Tenía que ser!

Tampoco se fundamenta en que el Madrid se vengara del Barcelona el otro día haciéndole descarrilar en la vuelta pese a sus cercanías al título de liga española, ni que, para acabarlo de escoñar, el Atlético de Madrid, en plan machote, haya borrado al cuadro azulgrana de las semifinales europeas.

Todo porque como queda dicho: los premios en el fútbol nunca son tuyos hasta que no los metes en el bolsillo. A este respecto nunca olvido aquella vez que no quiero volver a relatar en que este archipiélago perdió la primera división porque en Pamplona, Valencia, aquí, y no recuerdo donde más, aparecieron resultados que, como si fuera una venenosa fabulación, hecha realidad, nos mandaron a segunda.

Advertidos de todo eso conviene vivir hoy ante el Sporting de Gijón, rival tan conocido como combativo y serio, un triunfo que permita el mayor aplauso para dejar estampada la firma de ruta hecha; proyecto cumplido. Y me permito asegurar desde ahora que por grande que sea ese aplauso de orgullo y felicidad, nunca llegará a superar el efecto impulsor que ejerció sobre la afición otro aplauso muy reciente surgido primero con timidez y acabando después en emocionante catarata.

Merece ser recordado porque me refiero a aquel aplauso que surgió de una espontánea reflexión, como ofreciendo una mano de ayuda y aliento; aquel aplauso que sorprendió mucho. Parecía estar celebrando un gol en contra de los amarillos cuando de lo que se trataba era de apuntalar la moral de todos pero en especial la de Javi Varas, un buen portero abatido de pena y vergüenza al encajar de manera inexplicable un miserable gol del Valencia apenas comenzar un partido clave.

Y nació en la pequeña grada caliente, pegadita a la espalda del portero la que puso a este en pie emocionado, casi llorando y sorprendido al recibir en vez de silbidos, los aplausos de quienes más se hacen notar en la crítica, y esta vez no sólo comprensivos sino catapulta de la solidaridad del resto de aficionados, y capitanes de la reacción con un triunfo contra la descalabrante corriente del 0-1.

Luego y sobre ese generoso gesto publico llega todo lo demás que debería ser acogido con amor y agradecimiento hoy en el Estadio de los pasados sufrimientos y ahora de la despampanante satisfacción. Rompiendo moldes pueden hasta sobrar puntos, pero aún quedan y hay que buscarlos aunque sea para ensayar, y contribuir a la caja cuando está lleno el corazón.

La temporada anterior se acabó gritando ¡estamos en primera! y ésta, para no repetir el cuento, diremos ¡seguimos en primera!

Por ultimo queremos reflejar hoy la sonrisa que puso en mi boca un aficionado de Gáldar diciéndome, no sé si en serio o en broma:

-Los que ya quedan tranquilos esta temporada son Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid...

-¡Hombre!, y ¿por qué? -le espeté.

-Porque ya no se tienen que enfrentar a la UD Las Palmas, me contestó.

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