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Fernando Canellada

LP Confidencial

Fernando Canellada

Soria, triste final

Escuchar a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría hablar con tanta frialdad del "exministro de Industria" resulta sorprendente y revelador. Había compañeros del PP en Canarias a los que costaba citar al todopoderoso líder como "ex".

Pero que nadie quiera colgarse medallas que José Manuel Soria ha caído solo. No es el primero que pierde la cabeza en las alturas. Ni será el último. Es un ejemplo de manual de lo más genuino de la condición humana, de la "hibris" que los griegos atribuían al castigo lanzado por los dioses y que lleva a una falta de control de los propios impulsos. "José Manuel, solo eres un hombre". Como el esclavo romano que acompañaba a Marco Aurelio, alguien se lo debería haber advertido con insistencia al economista de Telde.

Su talento, su brillantez, su temperamento y su cabalgada a lomos del tigre político, industrial y energético le convertían en una codiciada pieza de caza mayor. Damnificados de su ejecutoria política permanecían al acecho. Y no hay enemigo pequeño. Con el señuelo de los papeles de Panamá que disparó la traca de las sociedades en Reino Unido y Jersey, se ha hundido él solo. Lo reconoce y admite la precipitación. Genio y figura. En cinco días ha dilapidado su patrimonio político y moral, y ha asestado un nuevo golpe en la línea de flotación de la credibilidad regeneradora de un debilitado PP que se prepara para otras elecciones. Es un triste final, con la marca de algunos compañeros de partido que ya lo tenían sentenciado. La sucesión de Mariano Rajoy ofrece estos espectáculos.

Pero eso no es todo. Provoca una especial repugnancia que Soria haya exigido con tanto rigor transparencia a los demás y que haya mentido, con o sin intención, y ocultado su pasado fiscal y empresarial. Un líder debe ser coherente entre lo que dice y lo que hace. Autenticidad y sinceridad de vida resultan básicas, más si cabe, en estos convulsos tiempos de desconfianza y comunicación globales. Si ya nos habíamos indignado con un vicepresidente y exministro de Hacienda tras conocer que defraudaba al fisco, ahora provoca escándalo que el titular de la cartera de Industria haya operado empresas en Jersey.

El fraude al erario público y la mentira resultan imperdonables para un político. Lo que más escandaliza es la utilización deliberada de la mentira en el ejercicio del poder. Urge dignificar la vida política. Hay personas excelentes y entregadas, pero cada caso que se descubre de falsedades o corrupción provoca desafección, cabreo e indignación.

José Manuel Soria goza aún de una multitud de seguidores y otra mayor de detractores, para unos y para otros la corrupción es un insoportable factor de decepción. Como escribía el psiquiatra Enrique Rojas, lo importante en esta vida no es tener buenas cartas sino saber jugarlas. Y en esta partida las ha jugado fatal.

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