Mucho hablar de cambio, pero ni una sola explicación sobre la consistencia del mismo. Dicen que los ciudadanos han manifestado, claramente, ser gobernados de forma distinta. Personalmente no lo veo tan claro, pero esto es lo que dice un grupo de la nueva casta política, que aspira a mal gobernar la enferma democracia, a la que no dejan de golpear peligrosamente con sus torpezas y felonías.

La mayoría de nuestros flamantes representantes sólo se representan a sí mismos y hablan como si estuvieran en posesión de la verdad. La semántica de sus bocanadas orales, es sibilinamente cuidada y maliciosamente dirigida al engaño, con el único fin de conseguir los votos necesarios y ocupar el puesto que más beneficios les reporte.

Queremos menos autonomías y más justicia, menos autonomías y más educación, menos autonomías y más sanidad, menos autonomías y más ayudas a la familia, menos autonomías y más ayuda a la dependencia, menos autonomías y más residencias para mayores, menos autonomías y más vergüenza y honestidad. Esta es una pequeña muestra del verdadero cambio que demanda el pueblo, todo lo demás es pura retórica barata y engañosa.

El déficit público se ha disparado, y con la sinvergonzonería que caracteriza a la jauría política, se arrojan los trapos sucios unos a otros cuando tanto otros como unos, incumplen las leyes o las vulneran descaradamente, ante la escandalosa y descarada impunidad de la que gozan.

Salvo raras excepciones, la patulea política no habla de recortar las autonomías y rescatar transferencias, sino todo lo contrario, se encuentran como pez en el agua en ese río revuelto y putrefacto que son nuestras ruinosas comunidades autónomas.

La situación es angustiosa, tendremos paro y crisis económica para muchos años, el que diga otra cosa miente, y si quieren saber el cambio que quieren los ciudadanos, es muy fácil, pregunten. La poca vergüenza no tiene límites, ya sabemos que no lo van a hacer.