La Provincia - Diario de Las Palmas

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Piedra lunar

Islicidad

Podríamos convenir que la primera reflexión sobre nuestra condición de insulares se halla en la expresión "? y Dios creónos y abandonónos en medio del mar", que se recoge en un documento de principios del XVI. Deducimos que es el microrrelato más dramático de nuestro ámbito existencial, ya que expresa la soledad y el victimismo del isleño ante su destino. Es un texto literario por las sugerencias que ofrece. La ambigüedad es la esencia de la literatura y la duda el recurso esencial de la filosofía. La reflexión sobre la isla y el hombre ha sido una constante en nuestra tradición hermenéutica y que adquiere otros matices cuando, en relación con el centralismo administrativo, adopta tintes sociopolíticos. Y cuando se trata de dibujar nuestra identidad como bandera singular con la expresión lo nuestro hay que empezar a deslindar lo particular de lo general, lo local de lo universal, lo isleño y lo continental. En todo este engranaje, presidido por un dilatado proceso de mestizaje cultural y antropológico, se ha ido creando en las islas una cosmovisión particular que se expresa a través del lenguaje y de la creación artística. Así se ha ido forjando una identidad que no es una foto fija, sino que está siempre construyéndose, ya que, por estar situados en medio del mundo hispánico, estamos abiertos a las constantes influencias que llegan a estas tierras peñascosas impregnadas de cuatro ámbitos culturales diferentes: lo peninsular, lo europeo, lo africano y lo americano, a lo que incluso habría que añadir lo asiático. ¿Siempre ha sido así? ¿Acaso la isla es la misma en estas décadas iniciales del siglo XXI a lo que fue a principios del XX? ¿La soledad existencial de Alonso Quesada de 1915 tiene parangón con unas islas que un siglo más tarde reciben trece millones de visitantes? ¿Qué diferencias hay entre la cárcel majorera de Unamuno en 1924 y la Fuerteventura actual, imán de turistas planetarios? En sólo cuatro horas de avión cambiamos el pantalón corto en Maspalomas por traje y gabán en Londres o Berlín. Todo esto en lo geocultural. Y en la creación, merced a Internet, un escritor alemán radicado en La Palma edita en Hamburgo una novela que construyó en el último mes sin moverse de su casa de Breña Baja. Pero la pregunta sigue estando ahí. ¿Con todas estas posibilidades, qué elementos singulares de las islas aportamos a la cultura hispánica y universal? El proceso tiene dos planos: uno, seguir abstrayendo lo diferencial, sin victimismo aislacionista, y otro, ponerlo en circulación en las plataformas del mundo que, si tiene calidad, algo ha de prender. De este entramado trata el concepto islicidad, neologismo que el arquitecto Alejando García Medina aportó en los debates que el Grupo Puntos de Partida ha iniciado en el Museo Poeta Domingo Rivero, cuando trataba de explicarnos la imbricación del paisaje en la vida y en el arte.

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