Los subterráneos del gran dinero están en la estratosfera, fuera de la vista, eso es lo que cuentan los papeles de Panamá. Entre los oscuros depósitos offshore y los relucientes y enormes barcos aparcados en los puertos deportivos de élite, entre la caca de la cuenta opaca y la nata del glamour, hay una relación íntima, cuya condición de supervivencia es que no se sepa. El sistema funciona gracias a la existencia de mamparos que proporcionan estanqueidad a esas dos formas de vida del dinero. La cuestión reside en si son patologías del sistema o se trata, al final, de su estructura íntima, de su verdadera razón de ser. Igual que ni el más bello rostro resiste la prueba de la luz intensa y la observación cercana, ¿resistiría el capitalismo la prueba de la iluminación y la transparencia o se volvería polvo, como Drácula al recibir los primeros rayos de sol de la mañana?