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Elizabeth López Caballero

No es país para pedófilos

Hace un tiempo firmé en change.org, una campaña a la que me gustaría que se sumaran todos. La finalidad es reunir el mayor número de firmas posible para solicitar que el próximo gobierno modifique el Código Penal en el que los delitos sexuales contra menores nunca prescriban. La ha puesto en marcha Miguel Hurtado, actualmente psiquiatra, pero víctima a los dieciséis años de abusos sexuales. Todos estamos de acuerdo en que son demasiadas las leyes que deben cambiar, pero considero que las que atañen a los más débiles e indefensos como los niños, son las primeras que requieren una modificación. Es decepcionante que se tengan que poner en marcha a través de las redes sociales campañas de este tipo, y que los que gobiernan sigan mirando a otro lado cada vez que sale a la luz un caso de pederastia. Obviamente la primera razón por la que estoy de acuerdo con la lucha de esta causa es que los niños son sagrados e intocables. La segunda es muy sencilla: si no cambian la ley los casos de abusos sexuales se multiplicarán porque el agresor sabe que difícilmente su víctima -coaccionada y con sentimiento de culpa- contará lo que le sucede. Incluso puede que no lo haga nunca o que cuando lo haga sea demasiado tarde porque el delito habrá prescrito.

Deberíamos preguntarnos: ¿Cuándo empiezan los abusos?: quizá cuando el pederasta elige a su víctima, tal vez en el momento en el que intenta ganarse la confianza del menor, o cuando comienzan los tocamientos. Creo que todos sabemos la respuesta. Este tipo de agresiones no son actos impulsivos, son delitos premeditados. El pedófilo elige al menor y la forma de perpetrar sus sucios actos. No es producto de una mente enferma sino de una mente criminal. Normalmente son personas que aprovechan su poder para intimidar al menor, profesores (el caso de los Maristas de Barcelona no es el único); religiosos, como le sucedió al propio Hurtado; o, lo que es más cruel, un familiar directo.

El perfil de los niños suele coincidir: menores de edad, discapacitados, niños que están pasando por vicisitudes sociales o familiares. Las víctimas, atrapadas por el miedo, la inseguridad y la vergüenza, callan. Es la conocida ley del silencio, y pueden pasar años hasta que deciden contarlo. Si el menor no le pone nombre, si no verbaliza lo que le sucede, el trauma lo puede llevar a las drogas, a la depresión o al suicidio. Son muy pocos los que consiguen normalizar su vida y olvidar el dolor. El 4% de los niños españoles sufren abusos sexuales, y en la mayoría de las veces la respuesta de las instituciones es la misma: tapar el escándalo. En nuestra isla, desgraciadamente, hemos conocido más de un caso de delitos sexuales a niños. ¿No creen que va siendo hora de que todos los criminales paguen por sus delitos independientemente de cuando haya sido? Todos tenemos hijos, hermanos, sobrinos, alumnos. Todos fuimos niños. No permitamos que nadie, bajo un cargo de poder, arruine la infancia de ningún menor. Por eso los invito a que se sumen a esta lucha, que firmen la campaña y lo compartan con su familia o amigos. Nunca sabemos dónde puede haber un lobo disfrazado de cordero.

https://www.change.org/p/los-delitos-sexuales-contra-menores-nunca-deben-prescribir-nohayperdón?source_location=petitions_share_skip

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