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El callejón del gato

Los políticos del siglo XXI

Posiblemente las políticas que marcarán, durante el siglo que apenas comienza, un antes y un después en la forma de gobernar no sólo en España sino en todo el mundo, tienen menos de veinte años.

Esto que, a primera vista, parece obvio no lo es tanto si pensamos que prácticamente, hasta ahora, siempre se ha venido gobernando con las mismas formas, maneras y costumbres de hace cien años.

Los que se han dedicado al noble oficio de la política, hasta hoy mismo, han tenido la sensación de haber entrado en un círculo privilegiado donde, al igual que en la antigua Roma, se comportan como primus inter pares, término usado para indicar que una persona es el mayor o el de más importancia dentro de un grupo de gente que comparte el mismo nivel o responsabilidad. También si el concepto es usado stricto sensu como en su origen, la persona así descrita es técnicamente igual, pero mirada como autoridad o con importancia especial, por su estatus, entre sus iguales.

Parte de esas cualidades, más bien taumatúrgicas, han sido refrendadas por el resto de población rindiéndoles vasallaje de forma unas veces ridículas y otras indignas.

Los futuros políticos tendrán que tener la firme convicción de que están al servicio de la población, poniéndose a su disposición, en todo lo que sirva para mejorar su vida, que es de lo que se trata. Hacer de su comportamiento un ejemplo de naturalidad en el desarrollo de sus funciones, sin esperar ningún reconocimiento y mucho menos un agradecimiento en especial, como hemos ido viendo en los últimos tiempos.

¿Por qué los representantes públicos asisten gratuitamente y son recibidos con boato en espectáculos de todo tipo? Sé que esto va a escocer a más de uno pero, una cosa es la representación de una ciudad, comunidad o estado en un acto y otra muy distinta es, como muchos hemos comprobado, cuando la mitad del aforo de más de un teatro o estadio está ocupado por aquellos que asisten gratis por estar investidos por no sé qué autoridad sobrenatural.

Ancestralmente en España se ha ninguneado a la sociedad civil lo que, por cierto, en cualquier país desarrollado que se precie siempre supondría una representación importante pero, a lo que iba, hoy por hoy, se siguen usando las mismas mañas por tener vigente un manual de protocolo que data de Carlos I donde la Iglesia y la milicia junto con las autoridades nombradas a dedo, detentan el protagonismo de todo el orbe, con discursos triunfalistas precedidos por la excitación, y con el aplomo fruto de betabloqueantes.

Ahora que las elecciones, a manera de segunda vuelta, parecen inevitables, los partidos deberían tomar buena nota de lo ocurrido, analizar las causas para no encontrarnos con el mismo panorama. Ya sabemos que los votantes sin ser culpables sí son parte activa del callejón sin salida en el que estamos y que, por cierto, ha reflejado, a las claras, que menudo timo ha sido este de la nueva política, al final, más de lo mismo. Soy de los que piensan que la vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.

"A veces la gente se pregunta bajo qué tipo de gobierno viviría mejor, y solo hay una respuesta: en ninguno". Oscar Wilde.

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